Adornos rotos

Recientemente, decorando el árbol de navidad junto a mi hijo, él notó un adorno roto, una de las esferas que usamos para colgar del árbol tenía una rajadura. Me la enseñó con pesar, pero intentando encontrar una solución, sagazmente decidió ponerla en la parte de atrás, para que no se notara el defecto.  La tendencia del ser humano es esta, tratar de ocultar lo roto.

Desde el Génesis observamos que, cuando Adán y Eva pecaron, lo primero que procuraron fue ocultarse (Gn. 3:1-10); pero lo que se había roto era nada más y nada menos que su comunión con el Creador y no bastaban todos los árboles del huerto para esconder su pecado.

Fuimos creados “para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef. 1:6 RVR1960), para “[mostrarnos] fieles en todo, para que en todo [adornemos] la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Ti. 2:10 RVR1960).  Pero a causa del pecado fuimos destituidos de la gloria de Dios (Ro. 3:23), y en tal condición lo que se nos ocurre es ocultarnos de su presencia como adornos rotos.

En esta época celebramos la navidad.  Aunque muchos de nosotros comprendemos que en realidad esta no es la fecha más probable del nacimiento de Jesús, nos gozamos en su natividad, en el hecho de que sí vino a este mundo en carne, para salvar al pecador, mediante su sacrificio en la cruz. Cuando el Señor nos llama de muerte a vida, nos hace nuevas criaturas, ya no somos más adornos rotos, pues Cristo vino para que la herida que nos causó el pecado fuera sanada por su sangre y que pudiéramos vivir nosotros por su sacrificio.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”, dice la Biblia en Juan 3:16-17 (RVR1960).  Hoy y siempre debemos recordar que el símbolo de la navidad no es cierto personaje regordete vestido de rojo, no es un árbol, no son las guirnaldas ni las luces, sino el hijo de Dios nacido de una virgen en un humilde pesebre, quien vino a restaurar lo que estaba roto, a buscar lo que se había perdido, a reparar la brecha que el pecado abrió.

Cuando estamos en Cristo, todos los días son navidad. Celebremos entonces nuestro nuevo nacimiento en Cristo, demos gloria a Dios cada día porque se hizo hombre para padecer la muerte y redimirnos del pecado, agradezcamos a Jesús todos los días por su amor y misericordia, alabemos la gloria de su gracia y adornemos la doctrina de nuestro Salvador viviendo en obediencia a su Palabra, no habrá mejor regalo que este para nuestro Señor, ni habrá mejor obsequio para nuestros allegados que el mensaje de salvación acompañado de un fiel testimonio.

Marysol Cecilia Rodríguez Zuleta

Equipo Devocionales ICCCTG

9 comentarios en “Adornos rotos”

  1. Carlos Osorio Berrío

    Señor ayúdame a no ser un adorno rito, sino, vivir la sanidad que Cristo vino hacer en mi vida.

    Gracias Amor por esta excelente reflexión!

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