Contiendas

Una de las consecuencias del asilamiento obligatorio ha sido tener que pasar de estar pocas horas del día a permanecer las veinticuatro horas con una o varias personas. Esto ha generado conflictos al interior de los hogares, tanto así que en las noticias se informa del incremento de la violencia intrafamiliar en cifras alarmantes.  Roces, discusiones y riñas entre familiares, amigos y aun entre vecinos han sido el pan de cada día, vale entonces preguntarnos ¿de dónde provienen?

La contienda es definida como: “Competición, disputa, lucha con otra persona debido a enemistad”[1]. La Biblia dice que la contienda  es una obra de la carne (Gl. 5:20), además de ser abominación y  de desagradar a Dios (Pr. 6:16-19), afecta nuestras relaciones con Él y con quienes nos rodean.

La contienda puede ser ocasionada por nuestro carácter conflictivo, Proverbios 15:18 dice que “el hombre iracundo promueve contiendas” (NTV). También puede ser generada cuando hablamos de más, o con malicia, buscando dañar al otro: “El hombre perverso levanta contienda, y el chismoso aparta a los mejores amigos” (Pr. 16:28 NTV).  Asimismo, la altivez y el orgullo nos crean conflictos: “El altivo de ánimo suscita contiendas; mas el que confía en Jehová prosperará” (Pr. 28:25 NTV). La impaciencia, el egoísmo, las burlas, entre otros, pueden de igual forma causar disputas.

El problema es que las contiendas debilitan y, con frecuencia, destruyen las relaciones familiares, Proverbios 19:13 expresa que “dolor es para su padre el hijo necio, y gotera continua las contiendas de la mujer” (RVR1960). Al tiempo, pueden apartarnos de nuestras amistades: “Un amigo ofendido es más difícil de recuperar que una ciudad fortificada. Las disputas separan a los amigos como un portón cerrado con rejas” (Pr. 18:19 NTV). Y afectan nuestra intimidad con el Señor y nuestra adoración a Él: “Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, levantando manos santas, sin ira ni contienda” (2 Ti. 2:8 RVR1960).

Por gracia de Dios, el apóstol Pablo nos dejó un precioso consejo para evitar la contienda en nuestras vidas en Filipenses 2:3-4: Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (RVR1960).

Se nos hace un llamado a no hacer nada si la motivación es egoísta o si buscamos contender con alguien, se nos demanda vivir con humildad. Necesitamos pedir al Espíritu Santo que nos ayude a ejercer el domino propio que como hijos de Dios tenemos para poder controlar las reacciones de nuestra naturaleza, evitando ser el foco generador de conflictos en nuestro entorno y no dando lugar a discusiones innecesarias.

La Palabra de Dios nos recuerda que tenemos una gran nube de testigos, como cristianos estamos siendo observados donde quiera que vayamos, hemos recibido un mandato claro de parte del Señor a ser luz y sal en medio de este mundo oscuro.  Dios nos llama a ser pacificadores, 2 Timoteo 2:23-24 nos recuerda: “Pero desecha las cuestiones necias e insensatas, sabiendo que engendran contiendas. Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido” (RVR1960).

Saquemos de nuestra vida todo pensamiento necio, toda disputa sin sentido. Si evitamos echarle leña al fuego, seguramente nos ahorraremos muchas peleas al interior de la casa, en el trabajo, con la familia y aun con el Señor. Pidámosle a Dios cada día que ponga en nosotros un espíritu amable para mostrar su amor a los demás.

Mayra Quiñones Herrera

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

16 comentarios en “Contiendas”

  1. Marysol Rodríguez Zuleta

    Preciosa palabra, nada hagáis por contienda. Dios nos ayude a recordar nuestro propósito en esta tierra para no inmiscuirnos en discusiones innecesarias y enfocarnos en esparcir Su verdad y Su amor. Gracias May!!!

  2. Pr. Carlos Osorio Berrio

    Muy oportuno para nuestro tiempo. Para nuestra vergüenza, este es un pecado generalizado; en muchos de nosotros debe morir ese espíritu pendenciero y contencioso; rápido para desenfundar argumentos y devolver comentarios,tanto en físico como en redes sociales.
    ¡No somos los vaqueros del oeste!, no hay necesidad de desenfundar y tirar a “matar” con nuestras razones, así sean validas; pues, son mas las ocasiones en que no siempre son sabias y oportunas. no se oculte el sol sobre nuestro enojo.
    “La mansa respuesta aplaca la ira”, cuanta verdad hay en eso!!! Señor mio ayúdame a morir a esto.

    Gracias Mayra por esta oportuna exhortación.

  3. Bueno es común en estos tiempos de convivencia disputas en la familia y nosotros como cristianos lo digo por mi especialmente no he estado exenta de disgusto bobos en la familia, como dice la Biblia en Galatas obras de la carne por la cual combatir

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