¡Corran, que ahí viene el árbol!

Hablando con mi hijo sobre la posibilidad de cambiar el pasado, como lo muestran en las películas, le explicaba que Dios no nos ha dado esa opción.  Le decía que, al percatarnos de nuestros errores, lo único que podíamos hacer era tratar de remediar la situación y “sembrar” diferente en el futuro, pero que los frutos no se verían de inmediato, sino con el tiempo.

Le contaba a Pablo que, según lo que me han enseñado su tía Belky y su esposo (ingenieros agrónomos), el tomate puede dar fruto a los tres o cuatro meses de sembrado, el café produce su primer “pepeo” a los dos años y el aguacate, que es un árbol grande, ¡puede tardar entre tres y cuatro años!, o más, dependiendo de la variedad.  Así que le recordaba a mi hijo lo que muchas veces le digo: “todo tiene su tiempo” (Ecl. 3:1).

Se quedó pensando, y me dijo: “uy sí, mami, imagínate si se sembrara una semilla y saliera de una vez un árbol… eso sería como una explosión de la tierra y ¡cooorran que ahí viene el árbol!”,  con sonidos de explosión incluidos “puff, shiujjjj, piughhh, shhhiuuuu”.  Reí a carcajadas de su salida, ¡corran que ahí viene el árbol!, ¿a quién se le hubiera ocurrido?, ¡qué imaginación!  Analizándolo bien, tenía razón… Nada ocurre al instante, aunque haya cosas que a nuestros ojos ocurran al instante, esas fracciones de segundo cuentan… ¡que lo digan los corredores!

Quienes hayan visto “El Correcaminos” y en general el universo de Looney Tunes sabrán de qué les hablo, no existen “semillas para árboles instantáneos marca ACME”, no existe ninguna semilla que tan pronto toque la tierra húmeda crezca inmediatamente ante nuestros ojos, todo tiene su tiempo y para la gran mayoría de cosas debemos aguardar “con calma y con paciencia”, como suelo decirle a Pablo

Mediante su creación Dios nos da indicios de cómo ocurren las cosas en el campo espiritual. La Palabra de Dios es comparada en la Biblia con una semilla, la cual puede caer en buena tierra o no, como lo explica Jesús en la parábola del sembrador (Lc. 8:4-15),  pero es nuestro deber plantar y regar, cuidar de esa semilla y esperar lo mejor, “yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios” (1 Cor. 3: 6) dice el apóstol Pablo.

Nadie puede, por más que se esfuerce, hacer crecer una semilla a su antojo, lo máximo que podremos hacer será preparar la tierra, abonarla, regarla y sembrar con todo el cuidado posible… y orar, y esperar, con calma y con paciencia.  Y si germina, limpiaremos, quitaremos las plagas, regaremos nuevamente y oraremos, y esperaremos lo mejor.

La espera en Dios es activa, hace lo que puede y confía en que el resultado depende de Dios.  La paciencia no teme a los procesos, sabe que su perseverancia rendirá frutos, sabe también que no se verán al principio y no permite que nada ni nadie le quite el gozo de esperar en Dios. 

Y aún si la semilla no germina, o muere pronto, o no da el fruto esperado, al menos quien la sembró, regó y cuidó habrá ganado experiencia y comunión con Dios, habrá crecido en dependencia del Señor, habrá adquirido sabiduría en el proceso; estos frutos no son nada despreciables, siempre vale la pena sembrar en el Señor; “estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58).  Esa es nuestra esperanza, una que no avergüenza (Ro. 5:5).

Marysol Cecilia Rodríguez Zuleta

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

12 comentarios en “¡Corran, que ahí viene el árbol!”

  1. “La paciencia no teme los procesos”, completamente cierto y nos encanta correr y no esperar. Dios es sabio en permitir los procesos para pulirnos y hacernos mejor en Él.
    Gracias Mary.

    1. Marysol Rodríguez Zuleta

      DIOS nos enseña de múltiples maneras, su “crianza” es amorosa pero firme, estamos en sus manos… ¡Gloria a Dios porque son las mejores!!!!

  2. precisamente hoy estamos más que nunca experimentando esa espera de que Dios intervenga en la desaparición de este virus y será en su tiempo

  3. Ese versículo siempre lo tengo presente. TODO TIENE SU TIEMPO. Esto nos hace depender de Dios y saber que su tiempo es perfecto. A propósito del día. Hoy recuerdo cuando estaba embarazada me desesperaba porque quería que Juan José naciera enseguida y como lo hemos leído hoy todo tiene su proceso. Gloria a Dios porque nos enseña por medio de su palabra.

  4. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Como vivimos en la época del internet y del “todo ya” aún a los hijos de Dios a veces nos cuesta esperar los procesos que el Señor en su sabiduría tiene diseñados. Ayúdanos a esperar en tí Señor, aunque sea difícil. Hermosa reflexión Sol!!! Gracias Pablo!! Corran, que ahí viene el árbol!!!

  5. Carlos Osorio Berrio

    Hoy más que nunca se hace necesario esperar con paciencia. En este mundo preso de lo inmediato y lo urgente, hacer pausa y esperar es mal visto y hasta sinosimo de debilidad . Aun así, la palabra del Señor nos inta a ello, esperar! Todo tiene su tiempo.
    Gracias Marysol, por esa preciosa reflexión!

  6. El señor nos regale la paciencia necesaria para entender la exactitud de sus tiempos y aprender a esperar en su divina providencia

  7. Ligney Elena Rodríguez Zuleta

    Jajaja Hermoso mi sobrino Pablo y sus ocurrencias!!! Cómo dijo Tatiana en su comentario, Dios nos enseña más a través de nuestros hijos de lo que uno esperaría!!!
    El proceso que desea Dios en nuestra vida, es en sí mucho más importante y más valioso que el mismo resultado.
    Gracias Sol por esa bella palabra. Te quiero mucho hermanita.

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