Cuidado con los rayones

Recientemente el Señor nos permitió la bendición de adquirir un vehículo. Por tratarse de nuestro primer auto, todo el mundo nos hacía recomendaciones, sobre todo del cuidado al conducir en una ciudad con un caos vehicular tan evidente. “¡Cuidado con las motos!” o “¡mira que los buses y taxis no respetan!”, nos decían. A pesar de que he sido muy cuidadoso, ya tuve un episodio con una moto que, queriendo sobrepasarme por el lado, sin verle, terminé rozando con ella. Al instante no pareció nada grave, solo un frenado brusco y el susto momentáneo.

Sin embargo, al llegar a casa noté que ese mínimo contacto, inexplicablemente para mí, había causado un par de rayones en el carro. Uno más visible que el otro, pero indeseables al final. Me frustró tanto la experiencia que estuve averiguando cuánto costaba quitar esos rayones y, muy en contra de mis expectativas, resultaba ser bastante costoso porque habría que pintar la pieza completa.

Esto me hizo meditar en que así es nuestra vida con relación al pecado. “Porque la paga del pecado es muerte” (Ro. 6:23a RVR1960).  Nunca ha sido gratis pecar, siempre hay un costo. Como relaté, no pensé que un roce tan pequeño con una moto dejara un rayón así en el carro. Igual ocurre con nosotros, por más mínima que sea la exposición al pecado, siempre trae consecuencias. Elegimos cómo pecamos, pero no elegimos las consecuencias que vendrán. El pecado es efímero y temporal, pero sus consecuencias son duraderas, nos llevan a la muerte y destrucción. “Todo el que peca viola la ley de Dios, porque todo pecado va en contra de la ley de Dios” (1 Jn. 3:4 NTV).

Cuatro consecuencias del pecado son evidentes en la historia del primer pecado. El pecado produjo una separación entre el hombre y Dios, se dañó nuestra relación con Él (Gn. 3:7-10). También alteró la interacción entre los hombres (Gn. 3:12, 16); dañó la relación del hombre con la creación de Dios, la armonía misma de la creación (Gn. 3:17-18); y, por último, trajo muerte física y eterna (Gn. 2:15-17). Ese primer pecado, y todos los pecados subsiguientes de la humanidad, fueron los que hirieron y molieron a Cristo en la Cruz. Por tanto, no creamos la mentira de que se puede salir ileso del pecado, que tenemos el control y que podemos manejar las situaciones que ponen en riesgo nuestra comunión con Dios.

En la historia del carro, no estuve dispuesto a pagar tanto dinero para quitar un pequeño rayón, el precio me pareció exorbitante. No así en la historia de Cristo con nosotros, Él pagó el precio más alto para cubrir todas nuestras manchas y pecados. “Cristo mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre la cruz, para que nosotros muramos al pecado y vivamos una vida de rectitud. Cristo fue herido para que ustedes fueran sanados” (1 Pe. 2:24 DHH).

Tenemos entonces una gran esperanza en Cristo, Él mismo tomó nuestro lugar y murió por nuestros pecados. Somos ahora un pueblo redimido y justificado delante de Dios Padre, podemos vivir vidas santas y alejadas del pecado y confiar en que si confesamos nuestras transgresiones, la sangre de Jesús cubre nuestra injusticia y quita todos nuestros “rayones”.

“Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Sal. 32:1 RVR1960).  Si hemos pecado, recordemos que podemos llegar delante de Dios y buscar su ayuda para ser limpiados. Él tiene poder para restaurarnos y transformarnos, por más sucios o rayados que estemos, Él es fiel.

Manuel Martelo Verbel

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

10 comentarios en “Cuidado con los rayones”

  1. Ombe y eso que es un rayón y cuesta tanto, el pecado nuestro costo la sangre de Cristo algo que no tiene precio, pero así como para quitar el rayón debe ser algo bien hecho y por eso su costo, si decides hacerlo tú harás un mamarracho y se podría ver muy feo,por eso Dios es el único que puede quitar bien los rayones del pecado

  2. Elegimos como pecar pero no las consecuencias que vendrán de ese pecado. El pecado siempre trae un costo, siempre trae muerte espiritual. Dios nos ayude a tener cuidado con esos rayones del alma que pueden salir más costosos que los rayones de un vehículo, pues sus consecuencias son duraderas

    1. Lilia Torres Ramírez

      Por eso fué tan grande el sacrificio de Cristo, por la multitud de pecados y como dice la biblia, donde abundó el pecado, sobreabundo la gracia.

  3. Sonia Marcela Neira meza

    Señor ayúdanos a no errar el blanco, a recordar ese sacrificio grande que hizo Cristo en la cruz por mis pecados y gracias a él hemos sido limpiados.
    Gracias Mane por compartir.

  4. Carlos Osorio Berrio

    Oh amado Salvador cuán alto costo pagaste por quitar los rayones de nuestra alma, el precio de sangre de tu hijo, hace que hoy podamos lucir resplandecientes.
    Ayudanos a no jugar con el pecado que manda y raya maniobra maravillosa que Cristo ha hecho por nosotros.

    Gravias manuel por esta palabra!!!

  5. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Pensar que nuestros rayones eran más profundos me hace dar gracias al Señor por su gran amor para borrarlos al precio de su vida en una cruz. Excelente reflexión Manuel.

  6. Gracias Dios por limpiar mi vida, por sanar mis heridas y perdonar mis pecados. Que inagotable amor. Gracias Dios por tu fidelidad.
    Gracias Manuel. Dios te bendiga

Responder a Carlos Osorio Berrio Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *