El amor y la comida

Crecí en una familia en la que el amor se demuestra con comida, incontables platos se han servido a lo largo de más de cincuenta años de matrimonio a propios y ajenos en la mesa de mis padres, en nuestro hogar se comía de todo.  Con mucha frecuencia mi mamá trabajaba de noche, solía procesar grandes cantidades de alimentos para dejarlos preelaborados de modo que, a la hora de preparar alguna de las comidas del día, pudiese tener algo adelantado; así que era usual (y aún lo es) ver a mi madre en la cocina.

Reflexionando sobre el amor y la comida, se me ocurría que, con justa razón, uno de los aspectos que resalta el autor del Salmo 23 es el alimento provisto por el buen Pastor diciendo:

Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores” (Sal. 23:5 RVR1960).  El Señor ha prometido a sus ovejas alimento fresco y nutritivo aún en tiempo de angustia.  Dice también la Biblia: “Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan” (Sal. 37:25 RVR1960).

Si bien mi madre, una mujer previsiva, conseguía y preparaba alimentos con antelación para poder brindar oportunamente ese bienestar a su familia, cada vez que veo un plato de comida sobre la mesa, no puedo evitar tratar de imaginarme con cuánta más anticipación preparó mi Padre Celestial el alimento que tengo en frente.  Me gusta pensar que mi Señor ha movido el cosmos entero para poner pan en mi mesa, hizo salir el sol cada día sobre los cultivos de trigo y de maíz con que se elaboraron panes y arepas, envió la lluvia a su tiempo sobre los pastos que nutrieron a los ganados de los que se obtiene leche y de ella queso y mantequilla, enriqueció la tierra y la hizo fértil para que las matas de café produjeran los preciosos granos que tostados y molidos terminaron en mi taza.  Podría seguir y seguir así con todo lo que llega a nuestras manos.

Me conmueve hasta las lágrimas ver cuánto detalle, cuánto cuidado, ¡cuánto amor! Cualquier comida del día y hasta una merienda representa ¡amor servido en platos!  Amor que no sólo proviene de quien compró y preparó aquello, sino del mismo Dios que hace andar el universo entregándonos el pan de cada día.  Procuro meditar sobre estas cosas para que cuando la angustia llegue no pierda de vista cuánta minucia ha dispuesto mi buen Señor para traerme hasta aquí. 

Ahora bien, “no sólo de pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” (Dt. 8:3 RVR1960); Jesús mismo cita esta esta escritura en Mateo 4:4 y Lucas 4:4.  Nuestro Padre Celestial, además del alimento físico, nos ha dado su Palabra y el pan de vida que es Cristo, quien dice de sí mismo “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Jn. 6:35 RVR1960). Nos ha provisto el Señor lo mejor que nadie podría habernos brindado jamás, salvación a través de su propio hijo Jesús, sin Él todo lo demás pierde sentido.

Cuando venga la angustia, recordemos que nuestro Padre es fiel, en Él no tenemos razones para dudar, no hay lugar para la desesperación. Él es bueno, sabio, misericordioso, poderoso y nos ama eternamente, podemos decir con certeza: “Jehová es mi pastor; nada me faltará” (Sal. 23:1 RVR1960).  Siempre suplirá nuestro Señor “todo lo que [nos falte] conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Flp. 4:19 RVR1960). ¡Bendito sea su nombre!

Marysol Cecilia Rodríguez Zuleta

25 comentarios en “El amor y la comida”

  1. ¡Gloria A DIOS ! por su provision y su alimento espiritual y Fisico que le otorga a sus hijos, tenemos un Dios que orquesta ayuda y cuidado a sus hijos, Gracias Mary por esa reflexion.

  2. Bendito sea el nombre del Señor. Gracias Dios por tanto cuidado y por cada provisión, grande o pequeña. Eres Dios que suple TODO, pero lo más importante: la salvación.

  3. Lilia Torres Ramírez

    Ayer, precisamente, meditaba en la provisión tan perfecta que nos da el Señor, cuándo miraba a una madre amamantando a su pequeño, con tanto amor en sus ojos, que no pude más que darle gracias a Dios por ese amor tan grande y el sustento permanente para sus hijos. Gracias Señor por Mary. Gracias Dios.

  4. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Gracias Señor por el detalle que colocas tanto en nuestro sustento físico como espiritual, otra demostración de amor perfecta. Hermosa reflexión Sol, un abrazo.

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