El Beneficio que No Quiero

Cada cierto tiempo debo cortar las uñas de manos y pies de mi hijo de 9 años, Pablo Andrés.  Cuando digo: “voy a cortarte las uñas” suele intentar evadirlo… “no, mami, mañana, mañana”, a lo que generalmente respondo: “¡NO, ahora!”.  Esta “batalla” usualmente tomaba unos minutos, pero ha ido disminuyendo a medida que se ha hecho mayorcito.

Recientemente, en medio de mi labor y no sin haber intentado evitar que lo hiciera, me dijo algo así como que ya no luchaba tanto porque sabía que una vez yo tomara la decisión “ya el daño estaba hecho”, él mismo se corrigió diciendo “bueno, el daño no, el beneficio que no quiero”. 

Me reí para mis adentros, ¡no podía reír abiertamente sin que eso significara abrirle una puerta de escape al muchachito para zafarse de mí!  Sin embargo, pensé cuántas veces el Señor quiere otorgarnos “beneficios que no queremos” y tratamos por todos los medios de zafarnos así sea por un instante de Él, de evitar que haga con nuestra vida lo que no queremos, igual que niños rebeldes…

Mal hacemos en persistir en nuestra terquedad infantil, en tratar de continuar satisfaciendo nuestros deseos y evitando el beneficio real que Dios quiere darnos, como si pudiéramos “salirnos con la nuestra” sin consecuencias graves. 

Por eso nos insta la Palabra de Dios en Eclesiastés 8:2-5: “Te aconsejo que guardes el mandamiento del rey y la palabra del juramento de Dios.  No te apresures a irte de su presencia, ni en cosa mala persistas; porque él hará todo lo que quiere.  Pues la palabra del rey es con potestad, ¿y quién le dirá: ¿Qué haces?  El que guarda el mandamiento no experimentará mal; y el corazón del sabio discierne el tiempo y el juicio.”

Estos son tiempos de ser sabios y obedecer al Señor para no experimentar mal, de desistir de hacer nuestra voluntad para seguir la suya, pues, “Él [igual] hará todo lo que quiere” sin que nadie pueda cuestionarle.  Dios es soberano, rebelarnos a su voluntad solo traerá dolor a nuestras vidas.

Como lo dice la Escritura en Romanos 12:2, no nos conformemos a este siglo, sino seamos transformados por medio de la renovación de nuestro entendimiento, para que comprobemos cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. 

Que la voluntad de Dios, en lugar de ser un beneficio que no queremos, se convierta en nuestro anhelo más profundo, en el deseo más sentido de nuestro corazón.

¿Estoy procurando la voluntad de Dios para mi vida?

Por: Marysol Rodríguez

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

2 comentarios en “El Beneficio que No Quiero”

  1. Conocemos la voluntad de Dios y no la hacemos, y sabemos que hacerla nos traerá felicidad, como nos cuesta renunciar a nuestros deseos terminamos siendo unos rebeldes frustrados. Te animo que seas sumiso y hagas la voluntad de Dios y tendrás una vida espiritual con muchos frutos

  2. Yilena Rodríguez

    Sabemos que los planes de Dios son perfectos y que nos ofrecerán grandes beneficios… pero somos tan imperfectos que aún no logramos esperar en el señor y tratamos de buscar ese benefició por nuestros propios medios… Yo confío y espero en mi buen señor y le pido cada día en cualquier circunstancia de mi vida que sea su voluntad y no la mía… Gracias Mary bendiciones para ti y los tuyos

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