Lloraba porque extrañaba a mi papá, ya había pasado la hora usual de su llegada a casa. Mi mamá, al ver a su niñita angustiada, llamó a su trabajo sin recibir noticias. Pasaban las horas, aun no aparecía; ella volvió a llamar a la empresa, “salieron en una maniobra de madrugada, pero perdimos comunicación hace ya varias horas con la embarcación, lamentamos informarle que al parecer han naufragado”, fue la respuesta.
De inmediato, mi madre dio aviso a familiares y amigos. La zozobra se notaba en su cara, su desolación era evidente en su mirada. Nuestra angustia fue mayor cuando, al segundo día de la desaparición en altamar, recibimos una llamada pidiéndonos ir a reconocer unos cuerpos que habían encontrado incinerados en una isla. A mi hermano mayor se le desfiguro la cara al pensar en perder a su padre; mi otro hermano sólo nos daba fuerzas a todos pero, cuando nadie lo veía, lloraba, muy afligido ante la posibilidad de no tener más a su protector.

Yo caí al suelo, no soportaba la idea de vivir sin mi héroe; mi mamá estaba inconsolable, sólo podía preguntar: “Dios mío ¿qué haré ahora, desamparada con tres hijos? Afortunadamente para nosotros, no eran mi papá y su tripulación quienes yacían en la morgue. Al tercer día del naufragio, un tío desplegó una búsqueda aérea, insistentemente exclamaba: “¡mi hermano no puede estar muerto, él está vivo!”. En casa esperábamos la llamada con impaciencia hasta cuando sonó el teléfono, recuerdo la paz que sentimos al escuchar: “¡está vivo, está vivo, lo encontramos!”
Comparo esta experiencia con lo que vivieron los discípulos de Jesús después de su muerte. Se dice que los que lo conocían estaban presenciando su muerte de lejos, y que la multitud, viendo lo que había acontecido se daban golpes de pecho (Lc. 23:48-49).
La Biblia no relata las emociones de los discípulos, pero trato de imaginar cómo se sentían después de la crucifixión de Jesús. Pienso que sentían incertidumbre y decepción, muchos habían dejado sus oficios, su familia y sus costumbres por seguir a Cristo (Lc. 16:24); creo que también experimentaban tristeza, habían visto morir a su amigo y familiar (Jn. 15:15 y Mt. 12:49-50), además de estar angustiados porque esperaban el mismo fin de su maestro; “los discípulos [se reunieron] a puerta cerrada por temor a los judíos” (Jn. 20:19 NVI)… como muchos de nosotros estamos hoy.

Pero todas esas emociones negativas se esfumaron cuando su Maestro apareció en medio de ellos, ¡VIVO! En su encuentro les repetía: “la paz sea con ustedes” (Jn. 20:19-21 NVI). Él conocía sus sentimientos, ya había experimentado ese dolor con la muerte de Lázaro (Jn. 11:33-34). Oh, maravilloso Jesús, quien venció a la muerte y viene a quitarnos toda angustia. ¡Aleluya! “Yo sé que mi Redentor vive” (Job 19:25a).
Hoy estamos perdiendo personas, hoy nos resguardamos en casa, muchos con miedo… pero hoy también, Cristo Jesús viene a nuestro rescate diciéndonos que él está en medio nuestro porque ÉL VIVE, y conoce todas nuestras emociones y flaquezas (He. 4:15)
Ese Jesús que venció la muerte (Mt. 16:6), que prometió estar con nosotros hasta el fin del mundo (Mt. 28:20), que es Dios con nosotros (Mt. 1:23), que quita las cargas (Mt. 11:28), el eterno Dios (Ap. 1:8), nuestro sanador (Is. 53:5), nuestro proveedor (Jn. 14:13), nuestro consuelo (2 Co. 1:5). ¡Sí! ese mismo Jesús esta hoy a nuestro lado, aquí y ahora, por eso podemos decir: “¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación y Dios mío” (Sal. 42:5 RVR1960).
Lina Zea Navarro
Equipo Devocionales Diarios ICCCTG
Cristo vive y el hace que viva nuestras almas , mi redentor vive a el sea la gloria por los siglos de los siglos.
Gracias Jhon por tomarte el tiempo de leer, Dios te bendiga
Gracias Dios por tu palabra. Cuando el Señor oro por sus apóstoles dijo: “Oro también por los que han de creer en mí por medio de ellos.” Allí estabamos incluidos nosotros. Jesús oro por ti y por mí cuando aún estabamos en la eternidad. Gracias Lina.
Amén así es
Me conmueve día a día ver como el señor pastorea nuestro corazón con su palabra y los testimonios recibidos a través de cada devocional diario, Dios bendiga a su iglesia y que su palabra nunca ezcasee en nuestra vida.
Bendiciones
Amén amiguita
Gloria a Dios porque nuestro redentor vive y gracias a Dios porque tu papá también lo está Lina. Gracias por esa hermosa reflexión
Así es Tatu
Damos Gloria a Dios por su palabra, que siempre nos alienta. Gloria a Dios por la esperanza que tenemos en Cristo Jesús. Muy bonita reflexión en medio de estos tiempos. Gracias Lina por compartirlo.
Amén. Gracias a Dios que vive y que en Él está nuestra esperanza.
Gracias Lina. Bendiciones.
Gloria a Dios, amigo
Está vivo curiosamente el libro de alguien lo titula el “man está Vivo ” una expresión para nosotros no usada pero de qué Jesús vive es una realidad esperanzadora
Jajajaja así es no lo he leído pero bueno mientras ha le la Biblia está súper
Bendito Señor!!! Gracias por la esperanza de vida eterna que tenemos en ti. Gracias Lina por compartir, bendiciones!!!
Amén
Esta fue una experiencia real en nuestras vidas, pero siempre supe que mi Dios iba a obrar a nuestro favor, en medio de emociones negativas…gracias Señor, porque aún cuando todo lo creamos perdido el obra para nuestro bien. Gracias hija ,Liny, por recordarnos, a tu familia, está experiencia aunque en su momento dolorosa, llegó a buen termino y sirve para dar testimonio que tenemos un Dios vivo y misericordioso.
Así es mamita es tiempo de recuerdas todos los favores que Dios ha hecho en su gracias y misericordia a nosotros. Para glorificarlo aun en los tiempos de angustia
Gloria a Dios, nuestro redentor vive, gracias Lina por compartir este testimonio de lo bueno que es nuestro señor.
Amén así es
Amén Lina , el señor nuestro redentor estar vivo !…. Que dicha de poder recordar esoo !!
Gracias !
Amén Él es fiel aún en nuestras flaquezas
Amen.. gloria a Dios porque el vive y es nuestra fortaleza
Amén Erlanys Dios nos sustenta en todo tiempo