Fuego

Todos los escogidos fuimos creados para llevar a cabo una misión en la que servimos al Señor y a nuestro prójimo. “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:10 RVR1960).

El deseo del corazón de Dios es que nos gocemos mientras le servimos, que experimentemos placer mientras hacemos aquello para lo cual Él nos creó. Nunca fue el plan de Dios que seguir su propósito se convirtiera en una carga para nosotros o en un mero compromiso; una de las razones por las que el Señor depositó su Espíritu en nosotros fue para que experimentáramos gozo cuando le servimos, que hubiera en nuestros corazones pasión y convicción por Él, ese motor que nos impulsa y nos motiva a servir.

Jeremías fue un siervo de Dios que vivió los últimos días de su ministerio en medio de una nación en decadencia. Fue el último profeta de Judá, el reino del sur. Jeremías aparece hacia el final del reinado del último rey justo de Judá, el rey niño llamado Josías, quien dirigió el último avivamiento que experimentó el pueblo antes de ser llevado cautivo.

Jeremías continuó su ministerio a lo largo de varios  reinados:  el de Joacaz, que solo ocupó el trono por tres meses (2 Re. 23:31, 2 Cr. 36:1-2), el de Joacim, uno de los reyes más malvados de Judá (2 Re. 23:34-36, 2 Cr. 36:4-8), y el de Joaquín, que también duró tres meses, hasta que fue capturado por Nabucodonosor y llevado cautivo a Babilonia (2 Re. 24:8-15, 2 Cr. 36:9).  Jeremías estaba todavía vivo cuando ocupó el trono el último rey de Judá, llamado Sedequías, al final de cuyo reinado regresó Nabucodonosor, destruyendo totalmente la ciudad de Jerusalén y llevando a toda la nación cautiva a Babilonia (2 Re. 24:17-25:7).

El ministerio de Jeremías abarca un período de cuarenta años, durante todo este tiempo el profeta no vio ni una sola vez la más mínima señal de éxito en su ministerio. Su mensaje era de denuncia y reforma, pero el pueblo nunca obedeció. Otros profetas vieron, en cierta medida, el impacto producido en la nación por sus respectivos mensajes, no  así Jeremías, él fue llamado a un ministerio de aparente “fracaso”.

La Escritura nos muestra que Jeremías vivió cosas difíciles, estuvo sujeto a arresto domiciliario, estuvo en la cárcel, fue abofeteado en público y sus escritos quemados, lo amenazaron con cortarle la lengua para no tener que escucharlo, entre otras cosas.  Jeremías no era escuchado sino perseguido y no podía hallar consuelo ni siquiera en el matrimonio porque el Señor le había dicho que permaneciera soltero (Jer 11:36). 

En medio de todas sus angustias se había propuesto renunciar a su servicio a Dios y no acordarse más del Señor diciendo “No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre” (Jer. 20:7 RVR1960).  Sin embargo, luego declara que “había en [su] corazón como un fuego ardiente metido en [sus] huesos; [trató] de sufrirlo, y no [pudo]” (Jer. 20:9 RVR1960).

Necesitamos de ese fuego que había en el corazón de Jeremías; en ocasiones las circunstancias, la rutina, las ocupaciones, el pecado, minan nuestro corazón y tratan de apagarlo, de robarnos el impulso, la energía, la motivación para buscar y servir al Señor.  La pasión y la convicción por Dios nos elevan porque no reducimos lo que hacemos al compromiso que se ve, sino que hacemos todo de corazón, como para el Señor. Pidámosle al Padre que avive nuestros corazones, que su fuego arda poderosamente para que podamos amarle y servirle con todo nuestro ser.

Tatiana Porto Neira

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

8 comentarios en “Fuego”

  1. Jeremías es un ejemplo que tenemos que porque le sirves a Dios todo es bendiciones y todo está como quieres, pero fué un siervo que apesar de los obstáculos su obediencia fue ejemplar

    1. Total Judi es conocido como el profeta llorón, pero no es para menos al hombre le tocó muy duro y con todo era un apasionado por el Señor. De imitar!

  2. A veces dejamos que las circunstancias determinen nuestra fe y debemos seguir a pesar de las dificultades, que hermoso como Dios persigue a los suyos aún cuando no tenemos ganas de seguir…ese amor que no envuelve y no nos dejar salir de Él. Que tu gracias siempre me persiga Dios aún en mis días dónde la recepción me abrume.

  3. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Señor, que tu fuego no se apague, que siempre arda en nuestros corazones para cumplir tu propósito, como hiciste con Jeremías. Hermosa y poderosa palabra Taty, bendiciones.

  4. Dios que nuestra mirada y motivaciones estén siempre puestas en ti. Que todo lo que haga sea para agradar tu nombre y que ese fuego no se apague.
    Gracias Taty. Bendiciones

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