Herir para Curar

Por la gracia del Señor he tenido hasta hoy sólo dos cirugías importantes en mi vida, una adenoidectomía que me practicó mi propia hermana y una cesárea para traer al mundo a mi hijo.    Pensando en los cirujanos y en algo que le he escuchado decir a mi hermana, para los pacientes, una cirugía puede ser todo un acontecimiento, pero para los que operan, una cirugía es un evento bastante frecuente. 

Ellos, haciendo uso del conocimiento y la sabiduría que Dios les ha permitido alcanzar, armados de un instrumental específico, acompañados de otros profesionales que complementan su labor, se sumergen en cirugías que pueden durar varias horas para lograr su objetivo, mejorar la condición de salud de sus pacientes.

Siempre aclaran que toda cirugía implica un riesgo, alto o bajo, existe; y suelen sopesar varios aspectos como la edad y los antecedentes del paciente antes de tomar la decisión de operar.  Cuando lo hacen, indefectiblemente van a causar alguna herida, muy probablemente habrá sangre, dolor, hinchazón e incomodidad, pero no lo hacen para lastimar, usan sus herramientas y juicio para extirpar lo dañado, enderezar lo desviado, unir lo roto, o separar lo que deba estarlo… hieren para curar.

Me resulta inevitable pensar que este es un ejemplo a diminuta escala del actuar de nuestro Señor y Su Palabra.  Dice la Biblia que “la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón” (He. 4:12 LBLA).

Nuestro buen Padre tiene ojos que pueden ver todas nuestras enfermedades (físicas y espirituales), su examen determina exactamente dónde se localiza el mal (el corazón) y qué lo está ocasionando (pecado), sabe el tipo de daño causado (consecuencias) y tiene las herramientas apropiadas para extirparlo (su amor y su Palabra).

El Señor puede sanar toda enfermedad y sólo Él puede hacer la más compleja de todas las cirugías, darnos un corazón y un espíritu nuevos (Ez. 36:26-27).  Su penetrante Palabra hiere nuestro orgullo, deja al descubierto nuestra miseria para librarnos de ella… por amor.  “Porque él es quien hace la llaga, y él la vendará; El hiere, y sus manos curan” (Job 5:18 RVR1960).

¿Duele? ¡Claro que duele! Pero ten por cierto que nunca el Señor te hará doler sin razón, jamás el Padre hará contigo maldad, puedes tener la seguridad de que experimentas el dolor mínimo posible para tu tratamiento, recibes el trato más suave que puede darse en tu caso, sus manos expertas operan con el equilibrio perfecto, hieren lo necesario para extirpar lo maligno sin destruirte en el proceso… Él sabe hacerlo.

Me conmueve pensar cuánta delicadeza, cuidado y amor hay en su trato… mientras nosotros, necios y tercos, se nos ocurre pensar que Él nos debe algo y nos atrevemos a reclamarle ¿por qué? ¿por qué a mí? ¿por qué yo? ¿hasta cuándo?

La próxima vez que algo cause dolor en tu corazón, por favor reflexiona, ¿qué es lo que me duele? ¿el no poder hacer las cosas a mi manera?, ¿la ofensa que no quiero perdonar?, ¿el desprecio del que soy objeto?  Nadie ha sufrido ni sufrirá como Jesús, él fue puesto a prueba en todo y puede compadecerse de nuestras flaquezas (He. 4:15), acudamos a Él para ser librados de nuestra maldad y sanados de nuestro pecado. 

¿Seguiremos resistiendo su tratamiento y llevando nuestra enfermedad a cuestas o nos rendiremos en sus brazos diciendo “haz como te plazca, Señor”?  Escojamos lo mejor.

Marysol Rodríguez Zuleta

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

 

9 comentarios en “Herir para Curar”

  1. Me encanto! Debemos entender que Dios es soberanos y que sus pensamientos son mucho más saltos que los nuestros, cuando hace dolores es porque está trabajando en nosotros

  2. Carlos Osorio Berrio

    Haz como te plazca Señor !!, nada como el trato del Señor y sj buena mano sobre nosostros.
    Gracias Dios por tu tratanie to siempre bueno y eficaz.
    Gracias esposa por esa palabra!

  3. Gracias Dios porque solo tú puedes sanar y borrar esas sicatrices que dejan esas cirugías, porque Eres el mejor Cirujano del mundo.
    Gracias Mary por tu reflexión. Bendiciones

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