Inesperadamente

¿Cuántos de nosotros imaginamos que cuando nos vimos hace unos domingos atrás, saludándonos de codo, sería la última vez que nos viéramos las caras fuera de las pantallas de los teléfonos y computadores por un largo tiempo? ¿Acaso unas semanas atrás pensábamos que toda nuestra forma de trabajar (o el hecho de tener o no tener trabajo), de estudiar, todas nuestras rutinas y actividades comunes, incluso pensamientos y preocupaciones, de repente iban a cambiar tan radicalmente? Seguramente que no.

Recuerdo que el jueves antes de último domingo que estuvimos reunidos, pasé todo el día en la Universidad en el proceso de matrícula. Como nunca, elaboré varios horarios, pensé en los días de la semana en que iría a clases y las jornadas en que estaría, sopesé opciones de materias a ver, indagando las metodologías usadas por sus docentes y su compromiso con la asistencia.  Incluso, tuve el cuidado elegir algunos cursos que también fueran escogidos por ciertos amigos, a fin de poder cruzarnos cada tanto. Toda una planificación semestral como jamás la había hecho. Y de tajo, inesperadamente, a los pocos días, ese meticuloso plan que había creado con tanto esmero ya no servía para mucho.

De poco servía saber las horas que tenía por día, ni si había escogido el horario de la tarde o la mañana. La importancia de la metodología usada normalmente por los docentes que había escogido ya no significaba mucho: todos tendrían que cambiar. Tampoco resultaba relevante saber si los profesores asistían o no usualmente a sus clases, ahora lo que debíamos saber era si se conectaban o comunicaban.  Y por supuesto, era evidente que no iba a cruzarme con ningún amigo, quizás durante meses.

En Hechos 9, Lucas narra la historia de la conversión de Saulo de Tarso. Saulo, perseguidor de los cristianos, “respirando aún amenazas y muerte contra los discípulos del Señor” (vs.1), fue al Sumo Sacerdote y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, albergando el propósito de dirigirse a ese lugar para apresar hombres de Cristo y traerlos a Jerusalén (vs.2). Seguramente lo tenía todo pensado: lo que haría cuando llegase a Damasco, con quiénes iría y con quiénes se reuniría, la conversación que tendría con los principales de las Sinagogas tan pronto les entregara las cartas, y, muy posiblemente, maquinaba sus planes para aprehender a los cristianos que hallase, y hasta el trato que les daría a estos como castigo.

Sin embargo, inesperadamente, tuvo de camino un encuentro con Jesús mismo, quien se le apareció rodeándole “con un resplandor de luz del Cielo” (vs.3). Saulo, quien tras el encuentro perdió la vista, recibió asimismo instrucciones de entrar a la ciudad, en donde Dios, que tenía un plan preparado con rigurosidad, ordenó a un discípulo suyo llamado Ananías ir a orar por Saulo.

Luego de vacilar sobre la orden, por miedo a aquel hombre, Dios le responde definitivamente: “Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.” (vs. 15-16).  Ananías cumplió con su deber, y, en cuestión de tres días desde su inesperado encuentro que lo había dejado ciego, Saulo recibió otra vez la vista, pero más trascendental que eso, recibió al Espíritu Santo y fue bautizado.

Creo que todos, con esta situación actual del COVID-19, hemos afrontado un cambio de planes, metas, expectativas y demás, nadie ha sido ajeno a esto. Y puede que esta circunstancia no parezca tan vívida como el caso de Pablo, pero sí nos deja observar un principio que no debemos olvidar, y que, además, nos debe dar esperanza: Dios es quien está en control de nuestras vidas, y no nosotros mismos… aunque por momentos nos lo parezca.

 Puede que la comparación resulte exagerada, pues creo que Saulo estaba en esos instantes a cargo de un plan más importante que alinear un horario, pero algo era claro: el mérito para su vida, por sus convicciones y propósitos, se contaba en cuantos cristianos apresaba y martirizaba, en hacer cumplir la ley judaica. Dios tenía algo muy distinto preparado para él.

Asimismo, ponemos nuestra corta visión en alcanzar unos cuantos propósitos materiales, las más de las veces, vanos. No lograrlos puede causar en nosotros frustración y tristeza. Un trabajo, un negocio, un título, cierta comodidad, un horario conveniente, el encuentro con amigos, etc.  Pero cuán grandioso es poder comprender que Dios tiene un plan aún mayor, perfecto; en la mayor parte de las ocasiones, incomprensible, e incluso, a nuestros ojos, hasta contradictorio, ¿quién le diría a Saulo que después de ser perseguidor de los seguidores de Cristo, se convertiría en Apóstol de Él y moriría por su nombre?  Ese glorioso plan incluye estos momentos inesperados.

Naturalmente, el COVID-19 se ha encargado, inesperadamente, de dañar la mayoría de los planes que teníamos en mente hace varias semanas: de nada sirve todo lo que pensaba para mi horario. Lo que no ha hecho es frustrar los planes y propósitos divinos para con la humanidad y su pueblo, eso nada ni nadie jamás lo hará, pues Dios es quien está en control de “el mundo y los que en él habitan” (Sal. 24:1).

Daniel  Bertel Rodríguez

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

10 comentarios en “Inesperadamente”

  1. Ay Fernando no podría estar mas de acuerdo contigo, el es el Dios de nuestros días y quien al fin y al cabo determina como serán las cosas, solo somos barro en sus manos. Señor cumple tu propósitos en nosotros.

  2. Amen así es Daniel,nosotros planeamos,y el tiene otros planes para bien nuestro,como poder ver y saber lo que no conocíamos que tienes un don de compartir a tus hermanos Dios te siga usando

  3. Ligney Rodríguez

    Asi es mi Fer…
    Aunque suene contradictorio, digo: “Bienvenido el COVID-19”, porque indudablemente cancela nuestros planes, pero da paso a los grandes planes de Dios con sus hijos y con toda la humanidad!!
    ‍♀️‍♀️‍♀️‍♀️

  4. María José Nieto

    Amén! Dios es soberano y tiene control sobre todo lo que nos sucede tal como lo dice en Job 23
    “Pero una vez que él haya tomado su decisión, ¿quién podrá hacerlo cambiar de parecer? Lo que quiere hacer, lo hace. Por lo tanto, él hará conmigo lo que tiene pensado; él controla mi destino.”
    Job 23:13‭-‬14 NTV

  5. Todos los planes fuera de casa fueron cancelados como sentir que Díos me dijo no te vistas que no vas palabras . los planes son del hombre y la decisión es de él

  6. Nellys Marina Rodríguez Zuleta

    Dios nos está ayudando a entender que sus planes y no los nuestros son los mejores. Ayúdanos, Padre a no olvidarlo nunca

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