¡Inmundo!, ¡Inmundo!

Según Misión Contra La Lepra, también llamada enfermedad de Hansen, la lepra es una enfermedad caracterizada por la infección crónica de la piel, los nervios periféricos o los ojos, provocada por un bacilo llamado Mycobacterium leprae. Produce lesiones cutáneas y nódulos, pérdida de sensibilidad cutánea y posteriormente, afectación de las manos, pies, ojos, incluso ceguera, traduciéndose en gran impotencia funcional. Socialmente genera temor, suspicacia y recelo e incluso estigmatización y soledad[1].

A. B. MacDonald, quien estaba a cargo de una leprosería en Itu (Brasil), escribe en un artículo citado por Barclay en su comentario de Lucas: “El leproso es un enfermo de la mente tanto como del cuerpo. Por lo que sea, se tiene una actitud diferente con la lepra de la que se tiene con cualquier otra enfermedad deformante. Se asocia con vergüenza y horror, y conlleva, de alguna manera misteriosa, un sentimiento de culpabilidad, aunque se haya contraído tan inocentemente como cualquier otra enfermedad contagiosa. Al verse evitados y despreciados, es frecuente que los leprosos tengan la tentación de quitarse la vida, y algunos lo hagan”[2].

La Biblia nos ilustra sobre personas que vivieron algo parecido a lo que experimentamos actualmente, distanciamiento social y cuarentena, estas personas eran los leprosos. En Levítico 13 y 14 se dictan las leyes sobre la lepra. Los versículos 45-46 y de Levítico 13 describen la forma en que los leprosos debían vestirse y comportarse, debían pregonar a donde fueran “¡inmundo!, ¡inmundo!” (RVR1960) y habitar solos, fuera del campamento.  Muy probablemente esto los afectaba psicológicamente y sus mentes estaban llenas de temor, de pensamientos negativos. 

En el evangelio según Lucas observamos cómo un leproso es tocado y sanado por Jesús, dice que este hombre “al ver a Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicó: —Señor, si quieres, puedes limpiarme. Jesús extendió la mano y tocó al hombre. —Sí, quiero —le dijo—. ¡Queda limpio! Y al instante se le quitó la lepra. (Lc 5: 12-13 NVI).

 

Aquí vemos a una persona enferma, que tenía que guardar “distanciamiento social” y cumplir ciertos “protocolos de bioseguridad”, los que describe Levítico.  Posiblemente estaba sin esperanza y vivía aburrido de su situación, en constante angustia por no tener salida, no había tratamiento para esta enfermedad en aquellos tiempos.  Seguramente un día escuchó hablar de un hombre que había sanado a muchos y salió de su confinamiento para encontrar a aquel de quien tanto se comentaba.

Al hallarlo, llegó a Él con actitud de reverencia y suplica, manteniendo una distancia prudente.  Entonces le dice a Jesús humildemente: “Señor, si quieres, puedes limpiarme”.  Este hombre sabía que Jesús podía sanarlo, pero en su mente estaba ese pensamiento negativo de que era una persona indeseable y que Jesús podría negarse a sanarle; no contaba con que Jesús no sólo lo sanaría sino que lo tocaría a pesar de su condición.

Hay condiciones mentales, físicas y espirituales que nos llevan a la angustia y a la desesperanza, que nos impulsan a aislarnos de todo y de todos, haciéndonos creer a veces que Dios no quiere siquiera tocarnos.  Pero hay esperanza para cualquier condición en Jesús, no permitamos que la lepra invada nuestros pensamientos y nos impida acercarnos a Él. “Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitemos” (He. 4:16 NVI).

Sigamos el ejemplo del leproso, vayamos a Cristo reconociendo nuestra condición inmunda y con humildad pidámosle ser limpiados, pues Él dice: “Todos los que el Padre me da vendrán a mí; y al que a mí viene, no lo rechazo” (Jn. 6:37 NVI).

Ronald Salguedo Pájaro

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG   

11 comentarios en “¡Inmundo!, ¡Inmundo!”

  1. Hoy por hoy hay una lepra llamado pecado que así como el hombre del pasaje sólo Cristo da la sanidad y él está dispuesto a sanar a todo aquel que sé lo pida

  2. Dios nos limpia de toda lepra espiritual , por medio dr Cristo tenemos acceso a Dios para podernos acercarnos a el gracias Cristo por tu sacrificio que nos limpia de toda maldad.

  3. Todos los días debo ir a Cristo es nuestra única salida, el único que puede limpiarnos y quitar todo lo inmundo de nosotros. Gracias Ronald Dios te bendiga.

  4. Nelly Susana Narváez Oviedo

    Gracias señor por tu tierno amor y compasión, gracias por limpiarnos y por que aún en medio de un mundo pecador tenemos entrada confiada a tu presencia para suplicar misericordia por nuestros pecados.

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