Durante mi adolescencia, en los círculos de amistades que frecuentaba, se discutía si el cristianismo tenía fundamento y las demás temáticas que se entablaban a partir del cuestionamiento a la fe. Siempre fue difícil defender lo que creía, debía prepararme bien para las argumentaciones públicas que tendríamos en el colegio, para hacer frente a los planteamientos de los allegados que abiertamente rechazaban todo tipo de creencia. El debate sobre la existencia divina solía estar latente.
Con los años y el avance de las redes sociales he visto otra tendencia, ahora Dios está en boca de muchos. Basta con ingresar a los perfiles de las redes sociales para encontrar, incluso de personas insospechadas, cientos de publicaciones referentes a la religión, versículos bíblicos, oraciones y reflexiones de todo tipo. Hoy por hoy, la fe es tendencia.

Este fenómeno podría verse como positivo, más creyentes debería equivaler a más personas salvas. Sin embargo, ¿cuántas de estas personas han aceptado realmente a Jesús como Señor y Salvador en sus corazones, y en consecuencia son salvas?, ¿cuántas de estas manifestaciones son verdaderas y no mera apariencia? Con los abiertamente incrédulos podríamos tener alguna especie de certeza, pero ¿podemos tenerla de todos los que dicen creer en el nombre de Jesús, incluyéndome? ¿Puede alguien pregonar a los cuatro vientos su cristiandad, hasta testificar de grandes cosas que Dios haya hecho en su vida, y aun así no ser cristiano de veras? Según Jesús, sí.
En Juan 2 observamos a Jesús convirtiendo el agua en vino en las bodas de Caná, echando fuera a los cambistas que ocupaban el templo y teniendo una discusión pública con los judíos que le increpaban. Con todo este revuelo no podía pasar desapercibido; la popularidad del Maestro iba en ascenso. En el versículo 23, Juan dice que “estando [Jesús] en Jerusalén en la fiesta de la pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía” (Jn. 2:23 RVR1960).
Hasta ahí, todo parecía perfecto, más gente estaba creyendo en Cristo; no obstante, el Señor veía algo distinto. En los versículos 24 y 25 Juan añade que: “Jesús mismo no se fiaba de ellos, porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues él sabía lo que había en el hombre” (RVR1960). Muy probablemente estas personas creyeron por las señales o por lo que habían escuchado, pero sus corazones y mentes estaban muy alejados de aquella fe que salva, como lo diría Jesús en Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí”.

Así que pueden existir varias maneras de “creer” pero, ciertamente, sólo una puede salvarnos: creer con todo el corazón en Cristo y su obra salvífica, y confesarle como Señor de nuestras vidas (Ro. 10:9-11). La fe salvadora no se limita a saber que él existe, pues “también los demonios creen, y tiemblan” (Stg. 2:19); sino que, como consecuencia de haber creído, reconoce su condición pecadora, se arrepiente y obedece a Jesús, busca conocerle y parecerse a Él día a día. Esta es la fe que marca la diferencia entre el antes y el después, entre la muerte perpetua y la vida eterna.
Podremos confundir o engañar a nuestros congéneres, pero, dada la omnisciencia del Señor, resulta imposible ocultarle a Él la verdad. Dios lo sabe todo y no puede ser burlado (Gl. 6:7), nos conoce a la perfección; para él es evidente si hemos nacido de nuevo o no. Reflexionemos, la fe que profesamos ¿está sólo en nuestra boca o impregna con el aroma de Cristo todo lo que hacemos y pensamos?
Daniel Fernando Bertel Rodríguez
Equipo Devocionales Diarios ICCCTG
Amen… Dios ayúdanos ser cristianos fieles a ti, que en nuestras vidas todo te honre, tener un corazón conforme al tuyo.
Así sea! Saludos!
Así es. Dios nos ayude va ser cada día más como Cristo. Gracias Daniel por esta confrontación. Dios te bendiga.
Dios te bendiga Bibi, un abrazo!
oh gloria a Dios, simplemente elegante!!!, muy acertada y pertinente esta disertación. viene a mi mente las palabras del aposto Pablo: “no sea que siendo heraldo de muchos, venga a ser eliminado”. ayúdanos Señor.
Gracias Daniel por bendecirnos con este devocional.
Amén tío, ayúdanos Señor!
Amén
Hijo gracias por esta reflexión!!! Que sea el Espíritu Santo trayendo convicción a nuestro espíritu de justicia, pecado y juicio, y guiándonos a la verdad
Que así sea! Un abrazo tía.
Interesante Daniel esta reflexión definitivamente hay un cristianismo de moda de aquellos que son simpatizantes más no cristianos genuinos, pero sólo Dios sabe quién es original y quien es imitación
Él lo sabe todo, ciertamente! Bendiciones Judith.
¡Amén! Algo en lo cual meditar a diario, que el Señor en su gracia nos regale el don de la fe, nos ayude a buscarle con todo el corazón y el alma y seguir progresando de su mano en nuestra regeneración y santificación mientras seguimos expandiendo su reino, un abrazo querido amigo.
Amén! Un abrazo igual querida amiga!
Nos confronta y a la vez nos da la esperanza que solo a través de Cristo y el conocimiento y la obediencia a su palabra tenemos entrada al trono de la gracia.
Bendiciones Daniel
Excelente devocional, muy cierto no todo el que dice Señor, Señor entrara al reino de los cielos. Gracias Daniel
Excelente reflexión hijo. Que nuestra fe se manifieste no sólo en lo que hablamos o exhibimos sino en nuestro estilo de vida. Bendiciones hijo.