La preciosa semilla del evangelio

Hace algunos años el Ministerio de Jóvenes desarrolló una peña en el barrio Jardines de Junio. Fue un proceso que empezó con un impacto evangelístico en el parque de este barrio y atrajo a muchos jovencitos en ese momento. Recientemente mi esposa me comentó que una chica que hizo parte de este grupo, si bien no es miembro de nuestra Iglesia, ahora es una creyente devota al Señor y usa su profesión y redes sociales para hablar de Jesús.

Conozco otra historia de una familia que conoció al Señor en medio de una terrible crisis económica. Sin embargo, el hijo mayor no estaba para nada de acuerdo con esto y juró nunca pisar un templo, hasta que asistió por cortesía a la iglesia el día que su papá sería bautizado. Al escuchar el mensaje de un ex alcohólico y su conversión, fue impactado grandemente y entregó su vida a Jesús. Hoy ese muchacho es un gran ministro del Señor, cantante y misionero.

El Señor nos ha hecho parte de su Reino y ahora como sus hijos nos ha dado la responsabilidad de testificar de Él a través del amor a los otros (Jn. 13:35). También nos dice que somos la sal de la tierra (Mt. 5:13) y la luz del mundo (Mt. 5:14-16) para llevar las buenas nuevas de salvación. Jesús en una de sus parábolas explica que la palabra del evangelio es como una pequeña semilla (Mr. 4: 1-20). Esta hermosa analogía nos ayuda a entender que esa semilla para germinar y dar el fruto esperado a su tiempo indicado debe ser sembrada en un terreno fértil.  

“Pero otras semillas cayeron en tierra fértil, y germinaron y crecieron, ¡y produjeron una cosecha que fue treinta, sesenta y hasta cien veces más numerosa de lo que se había sembrado!” (Mr. 4:8 NTV).  Quiero compartir dos razones que considero importantes para que nosotros, como hijos de Dios, sembremos Su palabra.

Debemos sembrar esa semilla porque es un mandato misional.  “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado”. (Mt. 28:19-20 RVR1960).  EL Señor nos manda a predicar el evangelio y hacer discípulos no por un tiempo específico, sino como una misión permanente en esta tierra. Nuestra boca debería estar llena de esta preciosa semilla, que pueda ser lanzada en cada corazón. El Señor nos regala momentos oportunos para hacer esta labor, con nuestra familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo. Realmente hay tanta necesidad a nuestro alrededor que es imposible negar que a diario tenemos la oportunidad de hablar la preciosa Palabra del evangelio a otros trayendo esperanza en medio de un mundo caído.

Debemos sembrar esa semilla porque Dios es el que da el crecimiento.  La palabra de Dios no vuelve vacía, no es lanzada en vano, sino que obra conforme al propósito que Dios tiene con cada uno. Dios nos usa para hablar esa Palabra, pero siempre es Él quien hace la obra. No debemos creer que somos nosotros por nuestra insistencia u oratoria quienes logramos algo en el corazón del hombre. En cambio, debemos encomendarnos y confiar que Dios es quién hará crecer esta semilla conforme a sus planes. Tampoco debemos pretender decir quién es un terreno fértil y quién no lo es; nuestra misión será simplemente hablar con amor y humildad de lo que hemos ya recibido.

“Así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Is. 55:11 RVR1960).

Manuel Martelo Verbel

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

6 comentarios en “La preciosa semilla del evangelio”

  1. Que El Buen Sembrador me Siga dando la valentía y la sabiduría para seguir sembrando esa semilla de esperanza en la vida de aquellos que se encuentran en tinieblas y que el Espíritu Santo los haga participe del Reino de Dios.
    Gracias Mañe me conmovió tu devocional.
    Bendiciones

  2. La palabra del Señor es poderosa y nunca vuelve vacía. Ayúdanos Señor a tener siempre la valentía de hablar tu palabra. Bendiciones Esposo

  3. Judith Benedetti

    Oh padre gracias porque tú iglesia tiene bien claro que la semilla es tu palabra, esa es la mejor siembra nada que ver con siembra veinte mil y cosecharas cuarenta mil

  4. Sonia Marcela Neira meza

    Ayudanos señor a enfocarnos siempre en tus mandatos divinos, a sembrar tu palabra a todo criatura.
    Gracias Mane por compartir.

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