La purga

El uso obligatorio del tapabocas se ha convertido en una de las medidas para no infectarse de la Covid-19, pero para mí se convirtió en el causante de una dermatitis en el área de las mejillas, por lo que me vi en la necesidad de ir al dermatólogo. Este me recetó una serie de medicamentos, entre esos un ácido que ha ido purgando mi rostro, es decir, lo ha estado limpiando profundamente, sacando todas las impurezas, removiendo las células muertas y renovando la piel.

Deuteronomio 8:2 dice: Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos” (RVR1960). Dios le estaba recordando en este pasaje a su pueblo los años de desierto que habían vivido, que esas duras pruebas habían tenido un propósito desde el principio: revelar lo que había en sus corazones, lo que había detrás de cada oración o alabanza, de cada declaratoria de fe salida de sus bocas, si ciertamente creían y confiaban en Él o no.

Al igual que mi rostro está siendo sometido a este tratamiento de limpieza, nuestras vidas requieren una purga constante; las pruebas  y dificultades corren el velo de lo que hay realmente en nuestros corazones. En ocasiones somos puestos en el horno de fuego de la prueba para matar nuestro orgullo, para que entendamos que dependemos de Dios y no de nosotros mismos. Quizás nuestra  fe es probada para que sepamos si de verdad creemos en el poder de Dios, si realmente confiamos en Su sabiduría. La única manera de probar la calidad del metal es sometiéndolo a altas temperaturas, la única manera de saber que somos cristianos genuinos es con el calor de la prueba.

El Salmo 19:12 dice: ¿Quién está consciente de sus propios errores? ¡Perdóname aquellos de los que no estoy consciente!” (NVI). David entendía que había pecados que le eran ocultos, por lo que oraba por ellos. Mis hermanos, de la misma manera en que la piel de mi cara necesitó este ácido para sacar la suciedad que había escondida debajo de la superficie, así cada prueba, angustia y dificultad sacará a la luz pecados que ni siquiera reconocíamos, de modo que debemos dar gracias al Señor por cada situación y pedirle que nos ayude en la lucha para erradicar el pecado de nuestra vida, renunciando a él y tomando el camino que el Padre nos muestra.

Pasar por un tratamiento de limpieza es difícil, no es agradable ver el estado real de nuestras vidas espirituales, nos cuesta horrores aceptar que somos más pecadores de lo que pensamos y resentimos el tener que esforzarnos para suprimir ese pecado de nosotros. Pero no estamos solos, Dios nos ha dado al ayudador por excelencia, el Espíritu Santo, quien nos convence de pecado (Jn. 16:11) y, una vez nuestros ojos son abiertos, nos ayuda a cambiar los aspectos de nuestra espiritualidad que no están de acuerdo a lo que pide el Señor.

Recordemos que tenemos un Dios fiel. Filipenses 1:6 dice: Estoy convencido de esto: el que comenzó tan buena obra en ustedes la irá perfeccionando hasta el día de Cristo Jesús” (NVI). Dios no quita el dedo del renglón de nuestra vida, Él nos está perfeccionando, por ello nos prueba. Nuestro buen Padre quiere que cada día seamos perfectos como Cristo y sabe que en Sus fuerzas somos capaces de hacer morir en nosotros al hombre carnal.

Cada purga es una oportunidad de ser limpiados por Él. 

Mayra Quiñones Herrera

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG.

6 comentarios en “La purga”

  1. Lilia Torres Ramírez

    El pueblo de Israel caminó cuarenta años para poder entrar a la tierra prometida, cuarenta días fué el diluvio, cuarenta días ayuno Jesus en el desierto. Cuarenta representa preparación y limpieza?

  2. Amén. Así es necesitamos todos los días del maestro, ir ante él, que nos oriente en nuestro proceso de santificación.
    Gracias May. Dios te bendiga

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