Las buenas tristezas

Por aquello de estar siempre alerta en cuanto a identificar mis emociones con precisión y darles el manejo adecuado, a lo largo de los años he procurado alimentarme de distintas fuentes (libros, portales especializados, profesionales de la psicología, etc.) con el fin de aprender más sobre las emociones, qué son y para qué sirven.

En esta búsqueda, he aprendido que hay ciertas emociones que son básicas, Niedenthal dice que “Las emociones discretas (básicas) son las […] que no pueden dividirse en otras”[i].  Algunos autores enumeran cuatro emociones básicas, otros afirman que son seis, otros ocho y hasta diez. Lo cierto es que sí existen emociones básicas o primarias, y tal como sucede con los colores primarios, cuando se mezclan entre sí, forman lo que se considera emociones secundarias. Encontré que “las emociones básicas nos sirven para defendernos o alejarnos de estímulos nocivos (enemigos, peligros…) o aproximarnos a estímulos placenteros o recompensas (agua, comida, actividad sexual, juego…) y tienen como función mantener la supervivencia, tanto personal como de la especie”.[1]

Aunque no exista una lista única de emociones primarias, las comunes a todas las listas son: miedo, tristeza, ira y alegría. Parece ser que la única emoción deseable es la alegría, sin embargo, he comprendido que las emociones en sí mismas no son malas, fue Dios quien nos hizo capaces de sentirlas, están allí con un propósito, si no existieran, no nos inmutaríamos ante nada.

Tanto las emociones primarias como las secundarias, combinadas con pensamientos propios, pueden impulsarnos a hacer cosas que glorifiquen a Dios o que sean pecaminosas y destructivas.  Si permitimos que nos gobiernen ellas y no el Señor y su Palabra, estaremos pecando.  En lugar de ello, las emociones han de llevarnos a Dios, deben ser útiles para movernos a buscar en Dios una reacción piadosa, buena y santa, que glorifique a Cristo y sea de bendición.

Quiero resaltar hoy una emoción que ante los ojos de la mayoría no tiene nada de bueno, la tristeza.  Esta emoción aparecerá cuando algo doloroso suceda; sin ella, no sentiríamos compasión por nada ni nadie. Vemos a Jesús llorar por la muerte de su amigo Lázaro, dice la Palabra que “se estremeció en espíritu y se conmovió” y que “profundamente conmovido otra vez, vino al sepulcro” (Jn. 11:33-38).  El mismo Señor, poco antes de ir a la cruz, expresó: “Mi alma está muy triste, hasta la muerte”, por eso buscó la compañía y el consuelo de sus más cercanos.  Estas son tristezas válidas y necesarias.

También nos muestra la Biblia otros buenos tipos de tristeza. Hay una tristeza que aparece cuando somos objeto de la disciplina, afirma la Palabra que la disciplina no parece producir gozo sino tristeza, pero que “después da fruto apacible de justicia a los que en ella han sido ejercitados” (He. 12:11 RVR1960).  Además, enseñan las Escrituras que “la tristeza que proviene de Dios produce el arrepentimiento que lleva a la salvación, de la cual no hay que arrepentirse, mientras que la tristeza del mundo produce la muerte” (2 Co. 7:10 NVI). 

La mala tristeza es la del mundo, no permitamos que nos lleve a tomar decisiones autodestructivas o que lastimen a otros. Las buenas tristezas son las que nos llevan a Dios, las que nos hacen sentir la profunda necesidad que tenemos de Él y nos obligan a clamar “¡Señor socórreme!”, las que nos impulsan también a buscar el acompañamiento y la ayuda de nuestros amigos y hermanos en la fe cuando el dolor nos sobrepasa, las que permiten que sintamos el dolor ajeno y nos movamos a brindar consuelo y hacer la carga de otros más llevadera.

¡Oh Señor, produzcan entonces las buenas tristezas los frutos que quieres ver en nosotros!

Marysol Cecilia Rodríguez Zuleta

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

18 comentarios en “Las buenas tristezas”

  1. Como dice el Salmista : Sembraras con lagrimas y recogeras con gozo , no es malo sentir emociones , nuestras emociones nos debe conducir a la busqueda de nuestro padre celestial.

  2. Sonia Marcela Neira meza

    Señor somos obra de tu mano, gracias por crearnos de tal manera, que a través de las tristeza tu nos acercas a ti
    Gracias Mary por compartir. excelente

  3. Nellys Marina Rodríguez Zuleta

    Padre, que las tristezas que pongas en mi vida sirvan para moldear tu imagen en mí. Gracias por esta preciosa palabra, hermanita

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