Lavados

Uno de estos días salí a realizar el pago de una factura, de regreso a casa compré algunos productos de la canasta familiar. Al llegar y desinfectar todo meditaba en que, como hijos de Dios, también necesitamos a diario ser limpiados.

En Éxodo 30:17-21 se nos habla acerca de la fuente de bronce. Esta era uno de los elementos del tabernáculo de Moisés y se encontraba ubicada justo a la entrada del lugar, porque los sacerdotes debían lavar sus manos y pies antes de ingresar.

Si bien, todos los que hemos creído en el Señor ya fuimos lavados por la sangre de Cristo y no necesitamos de rituales, a diario permitimos que nuestra mente, corazón, ojos, boca, oídos y manos se contaminen con la banalidad del mundo.  Lamentablemente, en muchas ocasiones prestamos nuestros miembros para que sean transmisores del virus del pecado.

Así como en este tiempo debemos desinfectar todo lo que traemos a nuestra casa, nuestro cuerpo como templo del Espíritu Santo debe ser limpiado día a día, ya que es la morada que Dios escogió para sí. La única forma de limpiarnos día a día es a través de la Palabra, la oración y la comunión con el Espíritu Santo.

La Palabra de Dios nos brinda todas las herramientas y protección que necesitamos para mantener nuestra mente y corazón limpios. En Hebreos 4:12 dice que la Palabra puede penetrar “hasta partir el alma y el espíritu… discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (RVR1960).  La oración es la puerta que nos lleva a esa intimidad con el Padre; cuando oramos el Espíritu Santo nos redarguye de nuestros pecados.

Así como el hipoclorito de sodio y el jabón tienen la eficiencia para destruir el virus Covid-19 sobre cualquier superficie, el Señor Jesús nos deja su Palabra, su Espíritu y la oración para intimar con Él y así ser lavados, purificados y limpiados del virus que ha infectado al mundo entero: el pecado.

En Juan 13:6-10, cuando Jesús lavó los pies de sus discípulos Simón Pedro se resistió.  Jesús le exhortó diciéndole que si no se dejaba lavar los pies no tendría parte con él, entonces Pedro parece haberse emocionado al punto de expresar: “no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza” (vs.9 RVR1960),  pero el Señor amorosamente le responde que “el que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio” (vs.10 RVR1960).

La Escritura, en el Salmo 51:7, nos insta a pedir al Señor que nos limpie, que nos purifique y nos lave de toda la impureza y suciedad.  En el verso 10 del mismo capítulo el rey David expresa: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” (RVR1960).

Te invito a que cada día nos acerquemos “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro” (Heb. 4:16 RVR1960). Al acercarnos al Señor estamos reconociendo humildemente nuestra necesidad de Él.

El Señor había limpiado a Pedro, aun así, le lavó los pies.  Como a Pedro, el Señor nos ha limpiado, permitámosle también que lave nuestros pies a diario, pues a diario caminamos.  Como David, pidámosle que examine nuestros corazones y vea si hay malos caminos en ellos, para que nos guíe en nuestro andar (Sal. 139:23-24).

Preguntémonos: ¿En que necesito ser limpiado hoy? Pidamos y oremos al Padre que nos examine y nos limpie. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Jn. 1:9 RVR1960).

Dios te bendiga.

Nellys Narváez Oviedo

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

19 comentarios en “Lavados”

  1. muy buena comparación hoy tratamos de limpiarnos con locura el cuerpo pero Jesucristo nos recuerda que miremos no lo que puede matar el cuerpo sino lo que mata el alma el pecado.

    1. Me encantó la reflexión. Que el señor nos lave de nuestra banalidad y nuestra inmundicia… Y que mejor forma que acercanos a Dios para que el nos lave a diario..
      Gracias Nelly..

  2. Nellys Marina Rodríguez Zuleta

    Que seamos limpios siempre por tu Sangre, Jesús, por la aplicación de tu Santa Palabra a nuestras vidas… Gracias, Susy por compartir esta meditación

  3. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Permitir que el Señor lave a diario lo que deba ser limpiado en nuestras vidas. Hermosa reflexión!! Gracias Susana

  4. Examina señor y muestra todos eso pecados, que ensucian mi vida. Todos los días necesito de ti. Que está palabra pueda atarla a mi.

  5. Purificante con hisopo, y seré limpio; lávame,y seré más blanco que la nieve.salmo 51:7
    Necesitamos ser limpios señor, para que nuestro cuerpo pueda ser morada tuya
    Gracias Nelly

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