Una de las mejores experiencias que tengo estando en Valledupar, es subir con algunos familiares a “El Cielo”, una finca de mis abuelos ubicada en la Serranía del Perijá. Allí el clima es un contraste al ardiente calor del Valle, la naturaleza reboza de riqueza con un paisaje encantador. Me gusta mucho ese lugar, pero hay un inconveniente: ¡llegar! La carretera para vehículos sólo nos acerca a sus terrenos, siempre debemos tomar a pie un camino sinuoso y en subida, mayormente, para alcanzar el filo de una montaña y llegar hasta la casa.

Este sendero produce importantes penurias para hombres citadinos y sedentarios como yo, el cansancio se empieza a notar desde las primeras cuestas. Con el fin de motivarme, creé la costumbre de caminar pensando en cómo se transforma todo cuando llegamos, en descansar mirando el Valle imponente, sintiendo la brisa fresca que baja de la Serranía. Me repito luego de cada breve descanso: “Más adelante está El Cielo, ya casi”. Llegar allí siempre es motivo de tierno gozo, si no pensare en ello, no tendría sentido para mí esforzarme tanto.
Reflexionaba entonces sobre la centralidad que tiene la motivación para los seres humanos. Por lo general procuramos alcanzar una meta o defendemos lo que estimamos valioso, mientras que somos parcos al emprender algo que nos resulta indiferente o repulsivo. Saber qué es lo que nos motiva, lo que consideramos valioso, vislumbrar la meta, es importante.
En Filipenses 3 el apóstol Pablo nos enseña sobre sus prioridades y sus luchas. Después de relatar los argumentos que tenía en la carne (versículos 4-6) señala: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Flp. 3: 7-8 RVR1960).
Pablo comprendió que había cosas que tenía que abandonar en pos de enfocarse en su misión: alcanzar esa cumbre de la excelencia del conocimiento de Cristo, que se convirtió en su mayor deseo, su motivación en todo momento. Más adelante dice: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Fil. 3: 7-8 RVR1960).

El apóstol sabía que no había llegado aún a su meta, pero tenía consagrada su voluntad en alcanzarla. El llamado de Dios, sus promesas celestiales, se convirtieron en su motivación para su trasegar por el mundo, perfeccionándose constantemente, renovando su visión. Así como yo recorro aquel empinado camino de herradura pensando a cada paso en “El Cielo” y cuánto quiero estar ahí, Pablo andaba teniendo claro hacía donde iba y por qué lo hacía, de manera que aún las circunstancias más difíciles no le quitaron las ganas de seguir su camino.
Pablo nos enseña cómo debemos enfocarnos en la vida en alcanzar aquel premio en Cristo, las moradas de El Cielo eterno. Entonces podremos decir con gran gozo como él: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida” (2 Ti. 4:7-8 RVR1960).
Más adelante está El Cielo, ¡bendita esperanza!
Daniel Fernando Bertel Rodríguez
Equipo Devocionales Diarios ICCCTG
La meta y pasion de todo Hijo de Dios o Cristiano es tener un encuentro con Cristo desde este lado de la eternidad y en la eternidad.
Me encantó esa comparación de lo terrenal con lo eterno. Así nos habla el Señor. Más adelante está el cielo. !! Oh gloria!! Gracias Dani. Bendiciones.
Gracias Señor porque tenemos en ti una esperanza que no avergüenza. Gracias hijo por esta reflexión.
Amén
Gracias Padre Bueno porque tus promesas me ayudan a caminar segura de que un día estaré gozando de ese cielo eterno.
Excelente reflexión.
Gracias Dani, el Espíritu Santo te siga inspirando.
Bendiciones
Nunca tirar la toalla con la ayuda de Dios alcanzaremos la meta que está en el cielo
Amén!
Gloria a Dios por la esperanza gloriosa que tenemos en Cristo, por la cual anhelamos esas moradas que Él fue a preparar. Gracias, Fercho por esta hermosa reflexión
Gloria a Dios por eso! Un abrazo tía.
Que linda reflexión que nunca perdamos de vista que nuestra ciudadanía está en los cielos para que caminemos como viendo al invisible. Me encantó Dani
Saludos Tatiana, bendiciones!
Muchas gracias Dani
Que nuestra meta siempre sea el cielo…el vivir en plenitud con el padre !
Y recordar que todo es pasajero y que un día me sentaré a los brazos del padre !
Así sea. Bendiciones!
Gracias Daniel. Dios te bendiga.
Que nuestras motivaciones sean las correctas y siempre apuntando a Cristo, para tener el ánimo de seguir en la buena batalla.