No se diga así, mamá

Durante el tiempo en que mi cuñado, esposo de mi hermana mayor, estuvo trabajando fuera de la ciudad, mi sobrino salía de su colegio de bachillerato y se iba para el café internet que tenían.  Allí hacía sus tareas y de paso ayudaba en el negocio.  Con frecuencia, cuando mi hermana cometía un error en el trabajo que estaba realizando, se decía: “¡bruta!”, a lo que el jovencito siempre respondía: “no se diga así, mamá, que usted no es bruta”; sin embargo, ella lo olvidaba y en cualquier otro momento repetía “¡bruta!”.  Hasta el día en que el muchacho le reclamó seriamente: “Mamá, ¿por qué se dice así si usted no es bruta? No se diga así, mamá”.  Desde entonces aprendió a no usar más ese calificativo para sí misma.

¿Quién no se ha dicho a sí mismo en más de una ocasión “bobo”, “tonto”, “bruto” o cualquier otro insulto?  Cuando las cosas no nos salen bien, cuando nos equivocamos, cuando critican nuestro trabajo o nos juzgan mal, suelen aparecer pensamientos negativos o autodestructivos, pero hay en la Biblia consuelo.  La Palabra nos insta a que “nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado” (Ro. 12:3). Si bien no debemos tener un concepto más alto, tampoco debe ser más bajo, sino moderado, según la fe que Dios nos haya impartido.  Debemos pensar de nosotros como el “especial tesoro” que somos para el Señor (Éx. 15:5, Mal. 3:17), no para enorgullecernos, sino para recordar que a pesar de nuestras imperfecciones, somos de gran estima para nuestro Dios y le estemos agradecidos.

Entendiendo que todo pecado es un error pero no todo error es un pecado, llamaremos a estos últimos simples “fallos humanos”. Aprendí de un pastor muy querido en mi natal Valledupar que estos fallos humanos ocurrían para recordarnos que el único perfecto es Dios, sólo Él no se equivoca y hace todo bien. 

Vamos a fallar, en algún momento olvidaremos hacer algo importante, tomaremos mal la información con la que debíamos trabajar, nos confiaremos de algo sin verificarlo, se echará a perder lo que hagamos con nuestras manos o tendremos baja percepción del riesgo y sufriremos las consecuencias.  Todos cometeremos errores, en tales momentos quizá queramos echar el tiempo atrás y “deshacer”, como en los programas de computador, las últimas acciones.

Pero esto no será posible, tendremos que aceptar nuestro fallo y tomar medidas correctivas para componer lo equivocado y preventivas para que no vuelva a ocurrirnos, pero esto puede hacerlo cualquier ser humano inteligente.  Para quienes tememos a Dios, además de lo anterior y más importante aún es creer y repetirle a nuestra alma que el plan de Dios cuenta con nuestras equivocaciones, que estas sirven para aplacar nuestro orgullo, para que tengamos que agachar la cabeza y decir “perfecto sólo eres tú, oh Señor, ayúdame” y crezcamos en dependencia al Padre y en humildad.

Podremos ser completamente ignorantes de muchas cosas, podrá faltarnos la habilidad para hacer otras, y así será, siempre habrá quien sepa más y menos que nosotros, quien tenga más y menos habilidades que las propias. En todo caso, seguimos siendo “especial tesoro” para Dios, Él nos dice: “porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé; daré, pues, hombres por ti, y naciones por tu vida” (Is. 43:4).  No se diga más insultos amado, que el plan de Dios sigue su curso tal como debe ser, sólo tenemos que confiar en Él.

Marysol Cecilia Rodríguez Zuleta

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

17 comentarios en “No se diga así, mamá”

  1. Somos lo que la biblia dice que somos, linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido, coherederos con Cristo. Gracias al Señor. Gracias Mary

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