Perdidos

Cuando nos reunimos con la familia los domingos en la noche, solemos contar las más memorables historias de cada quien. Una de las que mi madre cuenta cada tanto se trata de la ocasión en que, siendo niño, me extravié en un paseo en la playa de El Rodadero en Santa Marta. Entre tal multitud de personas que se aglomeran los fines de semana en ese lugar, mis padres emprendieron la labor de búsqueda, que claramente no era sencilla.

Mi madre, muy inteligentemente, empezó a buscar en su rango de visión el color de la prenda que yo llevaba, hasta que dio conmigo. Yo caminaba muy tranquilamente alejándome del punto donde estaba mi familia, iba siguiendo a un vendedor que empujaba su carreta. Me alcanzaron y me preguntaron a dónde pensaba ir, con un aire sereno, sin percibir todo lo que pasaba ni la angustia de mis padres, contesté: “quería comprar un bombombum”… ¡Ni siquiera tenía dinero para eso!

Era un niño, no comprendía realmente lo que hacía aventurándome a tomar decisiones sin mis padres, caminando por allí en un mundo completamente desconocido para mí. En realidad, nunca supe que estaba perdido, en mi mente debía ser natural y tener sentido lo que hacía.  En cambio mis padres tuvieron un rato complicado, pero no se quedaron quietos, se lanzaron en mi búsqueda oportunamente.

Creo que esa anécdota refleja mucho de nuestro estado como pecadores, que nos lleva a deambular errantes por el mundo detrás de cosas insignificantes y que no nos contribuyen, y de la gran labor de la gracia del Padre que nos rescata, llevándonos a su presencia.

Jesús lo ilustra en una de las parábolas más bellas de los evangelios, relatada en Mateo 15, con la cual responde a los escribas y fariseos que le cuestionaban por recibir a pecadores y publicanos, preguntando en el versículo 4: “¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?” (RVR1960).

Sí, nosotros somos como esa oveja errante, salida del rebaño, vagando por el mundo, con un futuro incierto, fuera de los cuidados del pastor.  No obstante, éste sale en su búsqueda con tan magnánimo amor y misericordia hasta encontrarla y traerla de nuevo al redil, en lo cual se complace con gran gozo.  Señala Jesús que “cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido” (vs. 5-6 RVR1960).

Jesús concluye su punto en el versículo 7 diciendo: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento” (RVR1960). ¡Qué hermoso es saber lo valiosos que somos para Cristo! Él nos busca aun siendo pecadores, sin merecer tal obra, y nos saca del camino de perdición al que estábamos dirigidos, desenfocados de lo verdaderamente importante, a fin de morar con Él en lugares de delicados pastos, junto a aguas de reposo donde nos pastoreará (Sal. 23:2).

Somos frágiles, débiles, como niños perdidos sin rumbo en una multitud, como ovejas errantes, en peligro fuera del rebaño. ¡Cuánto nos debe maravillar saber que alguien nos busca para darnos el mayor regalo de todos: la salvación de nuestras almas! John Newton lo comprendió y compuso uno de los himnos más conocidos de la cristiandad:

Sublime gracia del Señor,

que a un infeliz salvó.

Fui ciego mas hoy veo yo,

perdido y Él me halló.[1]

Daniel Fernando Bertel Rodríguez

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

 

26 comentarios en “Perdidos”

  1. Esta reflexión me hizo recordar cuan perdida estaba y como mi buen padre me rescató de las tinieblas y me trajo a su Luz admirable. Y hoy puedo verlo y sentir su gran Amor.
    Gracias Daniel palabras sabias.
    Bendiciones

  2. Lilia Torres Ramírez

    Dios mío gracias porque nos alimentas cada día con tu palabra sana, verás y edificante. Te amo. Gracias Daniel. Bendiciones.

  3. Gracias a Dios por Jesucristo,el buen y gran pastor de las ovejas que no se le pierde ninguna.Aunque se extravíe alguna, él sale a buscarla y la encuentra.Gloria a Dios!

  4. Pero me llama la atención de que el niño perdido no tenía ni idea que lo estaba así mismo se encuentra el inconverso cómodo en un mundo perdido

  5. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Gracias Señor por salir en nuestra búsqueda hasta encontrarnos para darnos eterna salvación. Hermosa reflexión hijo, Bendiciones

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