En el hogar de mis padres, el único licor que se consumía era una copa de vino en las ocasiones especiales, el favorito era un vino dulce kosher, de origen norteamericano, pero a veces tomábamos algún vino de fabricación nacional. Yo no sabía nada de vinos, pero podía notar la diferencia de calidad entre uno y otro. Con el tiempo, aprendí someramente cómo reconocer un buen vino.
Supe, por ejemplo, que no se puede producir buenos vinos en cualquier lugar del mundo, porque para ello se requiere que las vides, además de ser de una cepa particular, crezcan sobre un suelo con algunas características físicas y químicas, y con las condiciones climáticas adecuadas. Sólo así las uvas obtendrán los azúcares, taninos y fragancias que van a producir una bebida con propiedades especiales. Si las circunstancias no están dadas, las uvas pueden producir un jugo ácido o incluso amargo, resultando en un vino de baja calidad

Las uvas son, de por sí, frutas hermosas a la vista: su redondez, sus colores y tersura, la forma de agruparse en racimos, todo las hace apetecibles. Pero para producir vino, no pueden permanecer en ese estado… ¡Hay que llevarlas al lagar y triturarlas! Deben perder toda esa apariencia de hermosura, dejar salir aquello que llevan por dentro, que es lo realmente útil para que luego de la fermentación y maduración se obtenga un buen producto.
Pensando en vinos y uvas, recordé el pasaje en el que Jesús habla sobre los frutos de cada persona, por lo cuales serían conocidos: “No es buen árbol el que da malos frutos, ni árbol malo el que da buen fruto. Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lc. 6: 43-45 RVR1960).
Jesús también nos compara con las uvas en Juan 15:5: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.” (Jn. 15:5 RVR1960). En nuestra vida nos agrada mostrar buenos resultados, como los racimos hermosos de las vides, en condiciones que creemos “controladas”. Nos gusta que todo parezca de maravilla, posamos y mostramos a otros la cara que deseamos. Sin embargo, cuando surgen las vicisitudes y nos vendimian para ser pisados en el lagar de la vida, saldrá de nosotros aquello de lo que estamos llenos.

Las características de nuestros frutos dependerán del cimiento que tengamos en Dios. Si permanecemos en Jesús, que es la vid verdadera, y si nuestras raíces están en su Palabra, además de llevar fruto abundante, al ser exigidos por las dificultades de la vida, de nuestro interior saldrá el jugo dulce y nutritivo que el Señor ha puesto en nuestro corazón para gloria suya, sirviendo de testimonio y alimento a otros necesitados de la presencia de nuestro Padre. Si, por el contrario, nuestros cimientos han sido vanidades, orgullo, egoísmo y todo tipo de sentimientos y pensamientos carnales y pecaminosos, de nuestro interior sólo puede salir amargura y corrupción (Gl. 6:7-9).
Esforcémonos en permanecer en el fundamento fiel y verdadero que es Cristo, para que alimentados por su Palabra llevemos fruto que honre su nombre.
¿Qué saldrá de nuestro interior la próxima vez que seamos pisados en el lagar?
Nellys Marina Rodríguez Zuleta
Equipo Devocionales Diarios ICCCTG
Que gran reflexión Bendiciones Dra. Nellys
Así es Jesucristo es nuestro fundamento y nuestra roca permanezcamos en El para dar Buenos frutos. Gracias amiga por esa exhortación. Dios te bendiga.
Gracias padre por qué permites que seamos pisados en el lagar, y nos muestras lo que hay en nuestro corazón, pero en tu infinita misericordia y amor nos corriges y nos transformas.
Gracias mi querida Doc, bendiciones
Así es mi querida hermanita… Cuando somos pisados en el lagar, sale nuestra verdadera esencia.
Por eso debemos esforzarnos en llenar nuestra vida de lo verdaderamente valioso: La Palabra de Dios.
Un abrazo!!!
Para transformarse en un buen vino la uva debe ser de calidad, pero aún así, debe pasar por el lagar. El lagar es el sitio de la transformación de Dios, no podemos evitar ser triturados en él. Hermosa reflexión hermani, un abrazo.
Confrontante reflexión. Saber que muchas veces el dueño del Lagar me lleva a ese lugar para ser estrujada, molida para así sacar de mi vida lo que le agrada y ser
Un instrumento útil en su reino conforme a su voluntad.
Gracias querida Dra. Nellys. Bendiciones
Hermosa reflexión Nelly!!
Que buen cierre de semana con ésta palabra. No cabe duda, seremos llevados al lagar donde de nuestro interior brotará y se cosechará lo que hemos cultivado. Ayúdame Señor a ser transformado conforme a tu palabra.
Gracias mi querida Nellys por esa hermosa palabra!
Excelente reflexión, bendiciones dr Nelly.
Uf si que clase de vino estoy dando? Separados de él no hay vino bueno
Amén
Amén. Ayudame Dios a permanecer en ti y que mi vida sea un reflejo de ti.
Gracias Dra. Bendiciones