Push Yourself (exígete)

Cuando empezó esta cuarentena, una de las metas que me fijé fue no subir de peso, por lo que decidí hacer ejercicio, aprovechando que muchos instructores estaban ofreciendo clases gratuitas de manera virtual.  Me gustaron mucho los entrenamientos de unos exfutbolistas, eran duros pero muy buenos y satisfactorios.

Debo confesarles que al principio no podía terminar las tres series de ejercicios de cada clase, pero después de una semana lo logré.  Aunque muchas veces terminaba cansada y un poco dolorida, era muy agradable recibir los aplausos y las felicitaciones.  En este tipo de entrenamientos se acostumbra a usar frases motivacionales para que los participantes no se den por vencidos.  En ocasiones el cuerpo no lo logra, se requiere entonces ejercitarse con la mente, así que una de las frases más populares es “PUSH YOURSELF”, que puede traducirse “exígete”.  Cuando me sentía desmayar repetía: ¡tú puedes, exígete a ti misma!, y seguía adelante.

Esta frase me recordó el texto de Filipenses 3:12-14 (RV1960): “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”.

En este pasaje el apóstol Pablo nos compara con un atleta que lucha por terminar la carrera y conseguir el premio; quienes hemos sido redimidos por el Señor Jesucristo sabemos que dicho premio no se refiere a la Salvación, esa ya la tenemos; para él, ese anhelado galardón era el conocimiento de Dios (vs. 10), el poder desarrollar una verdadera relación personal con su Señor.

El apóstol entendía que todavía no era una obra terminada, que no era una persona completamente madura, que su carácter aun debía ser tratado y que le quedaba un largo tramo de carrera por delante. Pablo tenía claro que el propósito de su vida no estaba en cumplir sus sueños, sino en los propósitos para los cuales el Señor lo había tomado. El éxito de nuestras vidas no está dado en función de los logros materiales, profesionales o familiares que podamos alcanzar, sino en saber que día a día nos acercamos más al deber ser que Dios ha determinado para nuestras vidas.  Somos obras en progreso, todo el tiempo estamos siendo cincelados en nuestro carácter con el fin de parecernos más a Jesús.

Al igual que en los entrenamientos físicos, vamos a querer renunciar luego de cada serie, pero Pablo nos aconseja hacer dos cosas: olvidar lo que ya pasó, evitando aferrarnos a lo pasado, sean logros o fracasos, pues eso nos hace bajar la guardia y ser presa fácil del enemigo; por otro lado debemos extendernos hacia adelante, esforzarnos por llegar al final.

La carrera aún no ha terminado, quizás estés cansado y pienses que no tienes lo que se requiere para acabarla, pero Dios nos recuerda que en la carrera de la vida cristiana, tenemos un ejemplo a imitar, Cristo, y un entrenador de primera, el Espíritu Santo, que nos ayuda a seguir adelante recordándonos que no es en nuestras fuerzas sino en las de Él.  De seguro no será fácil, pero tampoco imposible con Su ayuda; como cualquier atleta requeriremos esfuerzo, dedicación, disciplina y pasión, pero tenemos quién nos aliente.

Si has pensado en tirar la toalla y sentarte a ver como otros siguen luchando, hoy te invito a que no lo hagas, ¡exígete el doble por el Señor! para que puedas acabar bien tu carrera.

Mayra Quiñones Herrera

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

19 comentarios en “Push Yourself (exígete)”

  1. Dios sigue obrando y perfeccionando mi vida, que tú Espíritu Santo sea mi guía en todo esté proceso, para no tirar la toalla.
    Gracias May. Bendiciones.

  2. Las carreras por lo general dejan agotado la carrera en la vida cristiana no nos debe agotar porque no es con nuestra fuerza Dios nos da siempre la ayuda

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