¡Qué pereza!

No podemos negar que hay pasajes de las Escrituras que nos da pereza leer porque, como en el caso de las genealogías, son  listas de nombres que parecen interminables. O repeticiones aburridas de las mismas palabras como en el capítulo 7 del Libro de Números, cuando Moisés recibió las ofrendas que cada príncipe de Israel, en representación de su tribu, ofreció para la dedicación del altar una vez erigido el tabernáculo. Son 72 versículos (Nm. 7:12-83) cuyo contenido se repite cada 6, cambiando solamente el nombre del príncipe, la tribu a la cual pertenecía y el día en el cual estaba presentando su ofrenda, pero el contenido de esta era igual en cada caso.

Al final, en los vs. 84-88 (RVR1960), hay un resumen de la ofrenda: “doce platos de plata, doce jarros de plata, doce cucharas de oro. Cada plato de ciento treinta siclos, y cada jarro de setenta; toda la plata de la vajilla, dos mil cuatrocientos siclos, al siclo del santuario. Las doce cucharas de oro llenas de incienso, de diez siclos cada cuchara, al siclo del santuario; todo el oro de las cucharas, ciento veinte siclos. Todos los bueyes para holocausto, doce becerros; doce los carneros, doce los corderos de un año, con su ofrenda, y doce los machos cabríos para expiación. Y todos los bueyes de la ofrenda de paz, veinticuatro novillos, sesenta los carneros, sesenta los machos cabríos, y sesenta los corderos de un año”. Creo que yo hubiera escrito el resumen y nada más porque, ¡qué pereza! Sin embargo, meditando en este detalle, sentí cómo el Espíritu Santo habló a mi corazón: “Es que cada ofrenda es importante para Dios, por eso se menciona cada una en forma particular”.

Cuando iba al templo, Jesús acostumbraba a sentarse cerca al lugar de las ofrendas; en una oportunidad, narrada en Marcos 12:41-44 (RVR1960), “miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento”. Esas dos monedas aunque parecieran de muy poco valor a los ojos humanos, representaban el corazón mismo de esta mujer, ella se entregó por completo en ofrenda para su Señor, eso es adoración pura.

En Romanos 12:1 (RVR1960) el apóstol Pablo nos amplía la perspectiva cuando nos ruega “que [presentemos nuestros] cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es [nuestro] culto racional”. En los versículos subsiguientes desarrolla el concepto de la iglesia como un cuerpo vivo donde cada uno de nosotros cumple una función ofreciendo su servicio para cumplir el propósito de Dios. También nos insta en el versículo 11 (RVR1960): “En lo que requiere diligencia, no perezosos; fervientes en espíritu, sirviendo al Señor”, de modo que cualquiera que sea nuestra tarea debemos desarrollarla poniendo todo el empeño porque al Señor no le da pereza vigilar y recibir nuestro servicio en el reino, por pequeño e insignificante que parezca, será nuestra ofrenda de corazón para Dios.

Sabiendo que el Señor no sufre de pereza y como un incentivo para no fomentarla en nuestra vida, la Biblia nos recuerda en 1 Corintios 15:58 (RVR1960) “Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano”.

Nancy Esther Rodríguez Zuleta

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG.

14 comentarios en “¡Qué pereza!”

  1. Marysol Rodríguez Zuleta

    Uy sí!!! Hay cosas que dan pereza!!! Pero hacerlas como para el Señor resulta un aliciente en tales tareas y nos cambia la perspectiva para que las ejecutemos con gozo. Gracias manita por compartir, un abrazo 😉

  2. Nutriente reflexión. Padre Amado quita de mi vida la pereza y ayúdame hacer más diligentes en el trabajo de tu reino.
    Gracias querida Nancy. Bendiciones, abrazos

  3. En proverbio habla que la pereza hace caer en profundo sueno , es notable de que la biblia nos advierte de las nefasta consecuencias de estos , debemos estar despiertos porque nuestro Dios esta vivo y velad por nosotros.

  4. Amén. Señor quita de mi vida toda pereza, ayudame a ser diligente y esforzada por tu Reino.
    Gracias Sra. Nancy. Dios la bendiga

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