#QuédateEnCasa

Esa mañana, se publicó el edicto del rey de la región: cualquier persona de este reino que, por espacio de 30 días, hiciera petición o se inclinara para clamar a algún dios que no fuera el rey mismo, sería echado a los leones para que muriera.

Difícil situación para un hombre de Dios, que vivía en estos tiempos, y que dada su fuerte convicción había establecido un hábito de oración y adoración al Único Rey de Reyes.  Él no estuvo dispuesto a negociar ese tiempo de intimidad, sino que, como solía hacerlo, se encerraba en su aposento y se arrodillaba 3 veces al día orando y dando gracias delante de su Dios.  Sabes de quien escribo, ¿verdad? Sí, Daniel. Correcto. (Dn. 6: 1-10)

A ver, acompáñame en esta otra historia: Un rey. Un hombre forjado en batalla, con una larga trayectoria de guerras, conquistas y supervivencia. Había visto de cerca la salvación de Su Dios y la prosperidad y bendición que había traído a su reino.

Esa mañana, él debía salir a guerra, pero decidió quedarse en casa. Su aposento y la grandeza de su palacio le aguardaban.  Asomado en su terrado, vio y codició lo que no debía, fue entonces cuando empezó aquel amargo episodio en la historia del dulce cantor de Israel.  Sí, lo has hecho otra vez, hablo de David. (2 Samuel 11:  1-4)

Dos personajes que vivieron situaciones que los probaron grandemente. Como tú y yo lo estamos siendo en estos tiempos. Uno decidió quedarse en sus aposentos, aún ante la amenaza de muerte de quienes le perseguían, pero no negociando el tiempo de intimidad con su Dios. El otro, se quedó en casa también, pero dio lugar a la distracción y al ocio, que le llevaron por camino equivocado.

He usado como título de este devocional el “hashtag” tan famoso por estos días de Coronavirus: #QuedateEnCasa, para significar que tenemos la responsabilidad de quedarnos en nuestras casas, más allá de la emergencia sanitaria y las recomendaciones de prevención. 

Para los que conocemos al Señor, entenderemos que siempre hay un propósito detrás de todas las cosas. Y uno de esos propósitos, creo, tiene que ver con ser avivados espiritualmente. Para nosotros debe ser un tiempo de profunda reflexión y de ser restaurados en nuestra comunión con el Señor.

Muchas veces nos quejamos de no tener tiempo suficiente para esas disciplinas espirituales que tanto necesitamos: el trabajo, servir en la iglesia activamente, los afanes del día a día nos absorben. Pero ahora tenemos tiempo para dedicar a la lectura y meditación de la Palabra, a la oración, a leer un buen libro, a alimentarnos espiritualmente. La excusa después de esto no va a ser que no tuvimos tiempo.

Está en nosotros ahora determinar qué vamos a hacer con ese tiempo que el Señor nos ha dado, En qué lo estamos invirtiendo. Nos quedamos en casa, pero, ¿haciendo qué? Esta es la gran responsabilidad que tenemos.

Miremos lo que dice 1 Pedro 1:5-9: “vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados”.

Lo que no debería pasarnos es que, una vez que pase todo este tiempo (que no sabemos cuánto sea), sigamos siendo los mismos. Sin estar más cerca de Dios.

Una de las frases que más me ha impactado recientemente acerca del manejo del tiempo es una de John Piper: “Uno de los grandes usos de las redes sociales será probar, en el día final, que la falta de oración no fue por falta de tiempo.”

Que al final de estos días, no se cuente con más importancia cuántas novelas, series o películas nos vimos, sino cuánto crecimos en la intimidad con el Señor. Pensemos que este tiempo debe prepararnos para el momento de volver a salir, como su Iglesia.  Debería ser un tiempo de calma en medio de las tormentas que azotan el día a día. Debería ser un tiempo de avivamiento y profunda devoción.

Es tiempo de consagrarnos.

Manuel Martelo Verbel

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

7 comentarios en “#QuédateEnCasa”

  1. Luis Carlos Córdoba Gomez

    A unque el rey y todos sus funcionarios savian que daniel y sus compañeros a doraban al Dios del cielo lo amenazaron para que no a dora al verdaedero Dios pero la convicion que daniel tenia de Dios eran clara la fe en cristo es inegociable daniel siepre profeso su fe a vierta mente oraba con la ventana a vierta

  2. Excelente devocional nos invita a reflexionar en el verdadero propósito que Dios tiene con su pueblo en esta cuarentena #QuedateEnCass

  3. Que este sea un tiempo de búsqueda y consagración , ahora que tenemos mucho tiempo de sobra … no tenemos excusa … gracias mañe..

Responder a Elvia Maria Galvez Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *