Sueños alineados

Lo imagino recordando aquella noche cuando, impulsado por la fe, con los ojos en el cielo, se dispuso a contemplar las incontables estrellas del firmamento, las cuales eran una semblanza de la descendencia que le sucedería.  Pienso en la emoción de aquel día cuando conoció la promesa, siendo una dicha basada no en una ingenua ilusión, sino en las veraces palabras de su Dios, creador y amigo en quien confiaba.

Trato de suponer las preguntas que, a lo largo de los años y de cara a la natural realidad, surgirían en su cabeza: ¿Cuándo será el día del cumplimiento? ¿Será que no era literal que tendría una incontable generación?… y las muchas soluciones que le planteaba su corazón, como si Dios necesitara ayuda.  Cuando todo parecía olvidado, y después de algunas risas incrédulas de su mujer, llega el kairos de Dios y consigo, su Isaac.  (Pensamientos a partir de Génesis 15, 18 y 21).

Solemos vivir como los protagonistas de la película donde toda la historia gira a nuestro alrededor y la oración funciona como el pozo de los deseos, pero más allá de lo que pensemos no se trata de nosotros sino  de Dios y Su propósito al crearnos y ponernos aquí y ahora, son nuestros deseos los que tienen que alinearse a Dios y no al contrario.

 

Cuando pienso en esta historia, aunque me cueste reconocerlo, me he identificado muchas más veces con la risa incrédula de Sara que con la contemplación confiada de Abraham.  Más allá de estar convencida del poder ilimitado de mi Señor, lo difícil es saber si el Señor ha planeado ese “Isaac” para mí; cuando pasan los años y aquello que tanto anhelamos no llega, empieza la frustración silenciosa del corazón a cavilar ¿se habrá olvidado Dios de mí?

Ese es precisamente uno de los cometidos de satanás, hacernos creer que la fidelidad y el amor del Señor están supeditados al cumplimiento de mis deseos.  Frases como “Señor ayuda a mi incredulidad” y “No temas; solo cree” inundan mi cabeza, pero realmente ¿a qué idea me debo aferrar?, ¿será a la idea de que el Señor en su tiempo dará respuesta favorable a mi pliego de peticiones? ¿o  a la idea de que, en su infinita misericordia, tiene planes perfectos para mí que ni yo misma entiendo?

2 Corintios 1:19-20 (RV1960) indica, “… porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios”Nuestro Dios nunca se retracta, no falla y cumple siempre, pero esto es cierto para las promesas en Él, para su gloria, no para nuestros deseos, a menos que estos sean los suyos.  Josué 23:14 (RV1960) dice, “Reconoced, pues, con todo vuestro corazón y con toda vuestra alma, que no ha faltado una palabra que Jehová vuestro Dios había dicho de vosotros; todas os han acontecido, no ha faltado ninguna de ellas”.

 

Él es el Dios de las promesas que están en Su palabra, si Él lo dice, también lo hará, así se vea lejano o imposible para nosotros, sin embargo, cumplirá Dios Sus promesas, no necesariamente nuestros sueños. 

Ningún temor que se materialice, ni ningún un anhelo no satisfecho debe hacernos cuestionar la fidelidad y el amor de Dios, el deseo de Abraham se cumplió porque era el propósito divino.  Así que, antes de frustrarnos, pidamos sinceramente a Dios el cumplimiento de Su voluntad, más allá de lo que podamos anhelar, en cada pasaje de nuestra vida.

Oh Señor, alienta nuestros corazones y alinea nuestros sueños y deseos a los tuyos.  Enséñanos tus sueños, para soñar junto a ti.

Lisaura Lozada Pedroza

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG.

17 comentarios en “Sueños alineados”

  1. Amén. Que sea siempre su perfecta, buena y agradable voluntad reinando en mi vida. Tener mucho discernimiento y paciencia para saber esperar y poder contemplar la grandeza de Dios.
    Gracias Lisa. Bendiciones

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