La Biblia nos habla de tiempo y de tiempos. “Puesto que no son ocultos los tiempos al Todopoderoso, ¿Por qué los que le conocen no ven sus días?” (Job.24:1). “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado; tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar; tiempo de llorar, y tiempo de reír; tiempo de esparcir piedras, y tiempo de juntar piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de abstenerse de abrazar” (Ecl. 3:1-5).
El autor del Libro de Eclesiastés o el Predicador, como suele llamársele, o Qohélet en hebreo, es atribuido al Rey Salomón en el ocaso de su vida, después de no haber negado a sus ojos ninguna cosa que desearan, ni apartado su corazón de placer alguno, después de haber gozado de todo su trabajo, de fama, de sabiduría desbordada, de poder, riqueza y sexo en demasía, pues “tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas; y sus mujeres desviaron su corazón” (1 Re. 11:3).
Tal vez podamos pensar que Salomón fue un hombre con una actitud negativa o pesimista de la vida, porque para él todo en esta tierra es “vanidad de vanidades, todo es vanidad” (Ecl. 1:2). En realidad, el predicador entendió perfectamente el propósito de Dios para él, muy a pesar de su vida pecaminosa, como la de todos y cada uno de los seres humanos. Dios lo hizo entrar en razón, se dio cuenta antes de partir de este mundo, de lo que Jesús mismo diría mucho tiempo después: “¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” (Mt. 16:26).
Nada de cuanto vivió y experimentó en su carne lo satisfizo, es por eso que reitera, “vanidad de vanidades, todo es vanidad”. En el otoño de su vida, Salomón concluye: “El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Ecl. 12:13-14).

Este período de aislamiento en casa para no contraer el COVID-19 nos ha hecho reflexionar sobre nuestra fragilidad. Tiempos vienen cuando tenemos que decir: “¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra” (Sal. 121:1-2). El mundo no conocerá a Dios mediante la sabiduría humana, lo conocerá por medio de la fe en Jesucristo. Lo que para el mundo es locura, esto es, el Evangelio, para Dios es su poder para salvar a los perdidos, a los ignorantes, a lo necio del mundo… “para avergonzar a los sabios” (1 Cor. 1:26-28).

“El sabio tiene sus ojos en su cabeza, mas el necio anda en tinieblas; pero también entendí yo que un mismo suceso acontecerá al uno como al otro. Entonces dije yo en mi corazón: Como sucederá al necio, me sucederá también a mí. ¿Para qué, pues, he trabajado hasta ahora por hacerme más sabio? y dije en mi corazón, que también esto era vanidad” (Ecl. 2:14-15).
“El libro de Eclesiastés pretende convencernos de la inutilidad de toda perspectiva o punto de vista que no esté situada por encima del horizonte del hombre mismo. Pronuncia el veredicto “vanidad de vanidades” sobre cualquier filosofía de la vida que considere al mundo creado y al placer humano como un fin en sí mismos” (Gleason L. Archer, Reseña critica de una Introducción al A.T., 2ª Ed. Editorial Portavoz, P. 523).
“Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios” (1 Cor. 1:24).
Pr. Nafer López Pérez
Equipo Devocionales Diarios ICCCTG
Que reflexion tan sabia, hace ver que el hombre es fragil y su vida debe estar en total dependencia a Dios.
gracias Pastor Nafer por esa Bíblica interpretación de la palabra la vanidad que está cubriendo la tierra hoy nos dice el SEÑOR es tiempo de dejar la vieja manera de vivir y volvernos a Dios
Lo único real y verdadero que nos da seguridad en nuestra vida física y espiritual,es conocer a Dios , y temerle
Bendito Dios, porque nos desesperamos y angustiamos si nuestro socorro viene de Jehová. Gracias señor solo en ti tenemos esperanza.
Dios nos de denuedo para hablar de su palabra en estos tiempos