Vemos lo que está aconteciendo con el Covid-19. El mundo está alarmado, la muerte con su aguijón, el pecado, amenaza al mundo entero (1 Cor. 15:56). La Iglesia del Señor, inmersa en este orden temporal, es la voz resonante del Padre Celestial.
¿Qué instrucciones nos da la Palabra de Dios para tiempos como estos? Veamos, Pr. 27:12: “El avisado ve el mal y se esconde; mas los simples pasan y llevan el daño”. Como buenos ciudadanos cristianos estamos avisados, apercibidos, advertidos de huir del mal. Los simples, ingenuos o tontos hacen caso omiso del peligro y sufren el daño.
Seamos sabios y entendidos en los tiempos en que vivimos. No debemos tener temor, porque “en el Amor no hay temor, sino que el perfecto Amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el Amor” (1 Jn. 4:18).
El Señor Jesucristo, hablándoles a sus discípulos acerca del afán y la ansiedad, como quizás algunos de ustedes estén atravesando en este tiempo, les dice: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino” (Lc. 12:32). No temas, amado hermano, porque a nuestro Padre Dios le ha placido darnos el reino. El reino es nuestro, tuyo, mío, de tus hijos y de mis hijos.
También dijo el Señor a sus discípulos: “y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno” (Mt. 10:28). No le temas al Coronavirus, pero procura mantenerte alejado de situaciones que te puedan hacer vulnerable a él.
“Temed a Dios y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas, decía el ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo” (Ap. 14:6-7). “Adorad a Jehová en la hermosura de la santidad; temed delante de él, toda la tierra” (Sal. 96:9).

Creo que este tiempo de confinamiento en nuestras casas, es el propicio para meditar en el Señor, ver cuán frágiles somos y poner en práctica lo que Jesús e Isaías enseñaron acerca de la oración (Mt. 6:6, Is. 26:20-21). Es tiempo de escondernos en el Señor hasta que pase el peligro. “Porque este Dios es Dios nuestro eternamente y para siempre; Él nos guiará aún más allá de la muerte” (Sal. 48:14).
Que el Señor nos bendiga en este bello día. “Gocémonos y Alegrémonos y démosle gloria; porque ha llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado” (Ap. 19:7).
Pr. Náfer López Pérez
Equipo Devocionales Diarios ICCCTG