“Llegó con su nariz hecha pedazos, una pierna en tres partes astillada, una lesión interna y delicada que el médico de guardia lo atendió. A un viejo cirujano llamaron con urgencia y con su vieja ciencia pronto lo remendó, pero dijo a los otros muñecos internados, todo esto será en vano, le falta el corazón” (1).
En mi familia es costumbre asociar las situaciones que nos ocurren con canciones, hace poco, mientras conversaba con mis hermanas sobre un joven que sufrió un accidente por actuar reincidentemente de forma imprudente, salió a relucir esta antigua canción infantil que todos hemos cantado.
Como médica, no pude dejar de pensar de inmediato en los múltiples y complejos procedimientos médicos y quirúrgicos que requeriría el muchacho herido para recuperar su cuerpo de las serias lesiones que recibió, sin embargo, mi carga fue mayor al analizar que su problema más grave no era su cuerpo, sino su corazón no transformado que le conduce una y otra vez a situaciones de riesgo para su vida. No existe ninguna cirugía que pueda corregir ese daño mortal en un corazón humano.
El corazón sin Dios nos arrastra, como seres humanos, hacia peligros muchas veces mortales. Esto es porque en realidad, tal como el muñeco de la canción, ya estamos muertos, el pecado produce nuestra muerte espiritual, nos aleja de Dios y nos hace incapaces de responder al llamado eterno del Señor.
1 Corintios 6:9-10 describe algunas de las manifestaciones del pecado en nuestros cuerpos y en nuestro actuar. El versículo 11 remata enfatizando que eso éramos nosotros, pero al tiempo nos da el consuelo maravilloso de haber sido libres de esa terrible condición de muerte por haber creído en el sacrificio de nuestro Señor Jesús y por la presencia de su Santo Espíritu en nosotros.

Ezequiel 36:26 (RVR1960) dice: “os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne”. ¡Qué gran bendición! Significa que, si conocemos a Jesús, hemos sido redimidos por su sangre y su Santo Espíritu mora en nosotros, ya tenemos ese nuevo corazón que necesitamos, ¡ya estamos vivos!
Ahora, en Salmos 95:6-11, el salmista plantea un escenario en el que el pueblo de Dios puede endurecer su corazón. Los versículos 6 y 7 inician con una invitación agradable a la adoración al Señor, pero continúan con una advertencia a no endurecer el corazón, porque entonces podremos ver las obras de disgusto de nuestro Dios.

Esto me hace pensar que, cuando somos sus hijos, la adoración y contemplación de Nuestro Padre Celestial hace a nuestros corazones tiernos y sensibles a su voz, y por el contrario, aun cuando hemos recibido el regalo del nuevo corazón en Cristo Jesús, si dejamos de llegar delante de Él postrados, a escuchar su voz, nos exponemos al endurecimiento por el pecado que nos asedia y, como a hijos, Él nos va a corregir y llevaremos consecuencias por nuestra rebeldía.
No importa cuánto hagamos por corregir nuestras vidas humanamente, lo que necesitamos es el palpitar de un corazón que responde a la voz de Dios.
¿Estás acercándote a Dios en humilde adoración para atender a su voz que mantiene latiendo tu corazón?… si no es así, el tiempo es oportuno, te extiendo la invitación que hizo el salmista: “Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano” (RVR1960).“Dame, hijo mío, tu corazón, Y miren tus ojos por mis caminos” (Pr. 23:26 RVR1960).
Nellys Marina Rodríguez Zuleta
Equipo Devocionales Diarios ICCCTG
Dame un nuevo corazón, Señor
Un corazón para adorarte
Un corazón para alabarte
Dame un nuevo corazón
Limpio como el cristal,
Dulce como la miel,
Un Corazón que sea
Como el tuyo señor
Hermosa reflexión
Esto mismo vino a mi mente.
Muy cierto, un corazón sin Dios es un viaje sin sentido e inútil. Gracias por tan buena reflexión mi querida Nelly.
DIOS has nuestros corazones sensibles para escuchar tu voz.
así es de toda cosa guarda guarda tu corazón porque de el emana la vida.
Señor quita de mi este corazon de piedra y dame un corazon de carne conforme a ti padre que sea tu voluntad siempre
Señor que no te alabemos solo de labios sino con todo nuestro corazón. Gracias Nellys
Oh corazón, inclínate y adórale!!!
Un corazón como el tuyo, amado padre.
El hombre es lo que su corazon es.(Prov23:7. RVR 1960).
Sin corazon no podemos alabar a Dios
Uno de los mandamiento es alavar a Dios con todo nuestro corazon contodo lo que somos. si no tenemos la capacidad de amar a Dios menos bamos amar al semejante.
Que el Señor siga despertando nuestros corazones y nos calibre segun sus latidos, para amarle cada día.
Que buena reflexión, Gracias Nellys
Crea en mi, oh Dios, un corazón limpio y renueva la firmeza de mi espíritu. Salmo 51:1
Gracias Dra. Nelly excelente reflexión.
Bendiciones
Renueva nuestro corazón señor.
Hermosa reflexión Nelly
Que mi corazón cada día pueda tener una actitud de adoración y reverencia al único que es digno !!
Gracias nelly.. bendiciones !;)