Transformados

Toda la naturaleza nos demuestra el poder creador de Dios, pero además su gusto por la trasformación. Una semilla se hace planta, luego fruto y otra vez semilla; un gusano pasa a ser capullo y luego mariposa; dos células se unen y en sucesivos cambios conforman un embrión que luego respirará en el llanto de un precioso niño, que se transformará en joven vital, y por último en un apacible anciano.[1] Revista La Ventana Elizabeth Romanenghi de Prokopchuk. Pág, 13. Tomo LXVI, Número 1. Año 1996. Editorial Casa bautista de publicaciones.

Todo en nuestra vida vive en un constante cambio, nuestro cuerpo, nuestras maneras de ver y asumir las diferentes realidades que atravesamos a lo largo de la vida, nuestros intereses y aun nuestra relación con Dios. De modo que como seres humanos no podemos temerle al cambio, sino que más bien debemos procurarlo para obtener en todas las áreas de nuestra vida mejores resultados. A esto se le llama metamorfosis, transformación o cambio de forma.

2 de Corintios 3:18 dice: “Así que, todos nosotros, a quienes nos ha sido quitado el velo, podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, quien es el Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen” (NTV).

La Biblia enseña que llegamos a ser como aquello que adoramos. Esta idea importante la vemos reflejada en el texto arriba transcrito, pues haciendo un análisis por partes entendemos que nosotros todos, esto es, los verdaderos creyentes, cuando el velo de oscuridad que nos mantenía ciegos nos es quitado, podemos entender que el pecado extiende un abismo entre el Señor y nosotros, pero este se desvanece cuando lo confesamos, pedimos perdón a Dios y abandonamos el mal camino.

Una vez quitado el velo podemos ver como mirando a un espejo la Gloria de Dios, el espejo es la Palabra de Dios, en la cual miramos su gloria, es decir, su excelencia moral. En la Biblia contemplamos la perfección de su carácter, la belleza de sus obras y sus caminos, todo esto contrastado con nuestras vidas; entonces somos transformados llegando ser a imagen de Él. Usted y yo somos transformados por medio de la contemplación de Él.

Cuanto más le buscamos, más nos parecemos a Él. Este cambio es como dice el pasaje, “de gloria en gloria”. Cuando esta búsqueda es constante, cada día pasamos de un grado de gloria a otro, lo anterior se debe a que el cambio no ocurre de una vez y para siempre, sino que se trata de un proceso continuo que ocurre a medida que le contemplamos. Así se da la trasformación de nuestro carácter a través del Espíritu del Señor. El Espíritu Santo es quien produce la semejanza de Cristo en todos aquellos que le contemplamos por fe, tal como nos lo revela su Palabra.

El camino que nos lleva a la santidad siempre sigue la vía de la contemplación a nuestro Señor, de modo que no podemos en procura de esto pensar en Cristo y en el pecado al mismo tiempo, ya que esto terminará desviando nuestro corazón. Es así, que permanecer en un pensamiento tendiente a meditar en sus maravillas nos alejará del pecado.

No podemos tratar de componer nuestro rostro para venir delante de Dios, pues la transformación viene de Él y nos conoce aun cuando estamos alejados; debemos volver a Él sin ocultamientos, en procura de seguir avanzando en el proceso, con la esperanza de que Él completará la obra que empezó en nosotros hasta llevarnos a ser totalmente transformados a su gloriosa imagen.

Carmela Pedroza Brun

Equipo de Devocionales Diarios ICCCTG

8 comentarios en “Transformados”

  1. Edificante reflexión. Que motiva a seguir confiando en Jesús quien me transformó y me saco de esas tinieblas y me trajo a su luz; para hoy ser su hija.
    Bendiciones hermana Carmela

  2. Sonia Marcela Neira meza

    Que buena reflexion que nos lleva nuevamente a confiar que todo lo que acontece en nuestras vidas hace parte del plan que tiene el señor para transformarnos a su imagen y semejanza.
    Gracias mi sra querida por compartir.

  3. Amén. Necesitamos esa transformación día tras día, es un proceso que irá perfeccionando la obra que Dios comenzó en nosotros.
    Gracias Hermana Carmela. Bendiciones

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