Un día a la vez

Hace unos días publiqué un estado que decía “toda meta sin un plan es solo un sueño”. Esa frase la extraje de un video que encontré accidentalmente, de un personaje que no conocía, pero ¡cuánta verdad hay en esto! Siendo franca me sentí tonta cuando lo escuché, porque en muchos aspectos de mi vida he sido una soñadora eterna, deseando por años cosas a las cuales no he dedicado ni una hoja para escribir cómo lograré.

Eclesiastés 7:8a dice: “Vale más terminar algo que empezarlo” (NTV). A veces nos entusiasmamos con algo que vemos y queremos, nos sentamos a pensar y a soñar como sería tenerlo, pero una vez empezamos a recorrer el camino para obtenerlo y a sacar cuentas de los costos, la motivación se calma, el ímpetu se ahoga y el desánimo llega. Repasemos cuántas veces hemos iniciado un proceso y lo hemos abandonado en el camino: dietas, rutinas, trabajos, estudios, proyectos, ministerios, propósitos, etc. Si observamos el ejemplo de Jesús, todo lo que Él empezó lo culminó, el propósito para el cual vino lo cumplió a cabalidad. Pensemos por un momento, si el Señor se hubiera retractado en el proceso, ¿cómo sería nuestra realidad actual?

Terminar algo cuesta, y mucho, sobre todo aquello que tiene valor requerirá de nosotros persistencia, paciencia, esfuerzo, negación a cosas que nos gustan, tiempo, fe, obediencia, incomodidades, entre otras cosas. Pero el Señor es nuestro modelo: Él termina todo lo que comienza, incluida la obra que está haciendo en nosotros. “Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva” (Flp. 1:6 NTV).

¿Cuantos “emprendimientos” hemos hecho en nuestra vida cristiana y los hemos dejado abandonados? He meditado sobre cuáles son las razones para esto y una de las más latentes es la pereza. Nos da pereza todo lo que requiere esfuerzo, que toma tiempo y demanda trabajo, por eso abandonamos. Proverbios 13:4 dice: “El perezoso desea y no consigue; el que trabaja, prospera” (NBLA).

Otra razón es la falta de fe y la cobardía. Muchas veces somos conscientes de cosas que debemos hacer pero antes de empezar pensamos que no lo vamos a lograr y nos quedamos sin siquiera intentarlo, simplemente por miedo al fracaso escondemos nuestros talentos en la tierra.

En otras ocasiones el problema puede ser que calculamos que tenemos tan poco que no vale para encarar el reto o que no poseemos nada que dar, pero este pensamiento también evidencia falta de fe o una escasa imagen del poder de Dios, pues hay muchas historias en la Biblia donde Dios hizo maravillas con casi nada: la vara de Moisés (Éx. 4:2), los cinco panes y dos peces del muchacho (Jn. 6:9), el puñado de harina y un poco de aceite de la viuda de Sarepta (1 Re. 17:12), las piedras y la honda de David (1 Sm. 17:40), un tartamudo como Moisés (Éx. 4:10), un profeta contra cuatrocientos (1 Re. 18:20-40), y muchos ejemplos más.

¿Qué cosas debemos hacer en Dios y en procura de nuestro crecimiento que hemos abandonado? Hagamos una lista de aquellos pensamientos, temores y obstáculos que impiden que avancemos. Organicemos nuestro horario y la forma de lograr estos propósitos. Oremos a Dios pidiendo que nos de valentía para vencer el temor, fe para ver Su poder y no nuestra impotencia, fortaleza para los días de desánimo, paciencia para esperar, carácter para no abandonar, dedicación para hacerlo de la mejor manera  y prosigamos hasta el final avanzando un día a la vez.

Lisaura Lozada Pedroza

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

9 comentarios en “Un día a la vez”

  1. Pr. Carlos Osorio Berrio

    Gran verdad hay en nuestro devocional de hoy, y el mismo trae a mi mente lo que dice la escritura: “En lo que requiere diligencia, no perezosos; Romanos 12:11. Oh Señor, ayúdame a ser diligente y no mirar a tras una ves haya puesto la mano en el arado!

    Gracias Lisaura por esta reflexión que nos pone a meditar sobre nuestros caminos.

  2. Así es Lisa muchas cosas he empezado y no la termino tengo una discipula a la que debo rescatar Dios ponga en mi el querer como el hacer por su buena voluntad.

  3. Dios ayudame a perseverar, permanecer y ser constante. Gracias Dios por tu palabra porque cada día nos recuerda a quién debemos seguir e imitar.
    Bendiciones Lisa

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