Una Fe Sencilla

Cuando empezó esta cuarentena, en el grupo de mujeres recibimos un video del pequeño Samuel Julio, donde nos decía como Dios, que es todopoderoso, iba a destruir el coronavirus, además de ternura nos causó mucha gracia.

Hace unos días mi sobrino, que casualmente, se llama Samuel llamó para que por favor orara con él, porque quería unos juguetes y el coronavirus le impedía obtenerlos, por lo que ideó una estrategia para que Dios lo hiciera invisible al virus y así poder salir a comprar sus juguetes, ¡pueden imaginar cómo me enterneció!

Confieso que en ese momento pensé que no era tan fácil como Sami decía, al final de cuentas es un niño, pero días después, meditando en esto, el Espíritu Santo me sacudió al pensar: ¡que afortunada sería, si tuviese una fe tan sencilla como la de estos niños!

En Marcos 10:15 Jesús hace esta declaración: “De cierto os digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (RVR1960). No quiere decir que debemos ser niños para ser salvos, pero sí que necesitamos la fe, la humildad y la obediencia de un niño para creer en un Dios Todopoderoso, que es capaz de crearlo todo, de abrir mares, destruir ejércitos, sanar cojos, ciegos, resucitar personas y lo más importante entender que dio a su hijo para que muriera por nosotros y así salvarnos.

En estos días de caos, nuestra fe está siendo probada; a Dios no le interesa una fe educada, con títulos y reconocimientos, o una fe compleja y mucho menos una fe vacía, Él quiere una fe viva, que vivamos su palabra. “Tenemos que dejar nuestra habilidad, sofisticación y nuestros grandes conocimientos de los cuales nos enorgullecemos en la actualidad, y volver a la simplicidad de la infancia, para ejercitar una sencilla fe y confiar en el Señor Jesucristo”.[1]

 

En Hebreos 11, el llamado hall de la fe, vemos hombres y mujeres que creyeron en Dios y sus promesas, no necesitando mayores señales para creer y andar en la palabra recibida.  Dice incluso el versículo 13 que muchos “murieron… sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos” (RVR1960), ¿será que mi fe es tan fuerte que podré permanecer firme, sin ver el cumplimiento de la promesa?

Yo quiero tener una fe tan agradecida como la de Abel, que dio lo mejor que tenía; como la de Enoc que agradó a Dios, o una fe como la de Noé que fue capaz de obedecer a cosas que en esos tiempos no se veían, una fe tan poderosa como la de Abraham que fue capaz de dejarlo y entregarlo todo por seguir a Dios a una tierra que no conocía. Una fe como la de José que esperó en el Señor el cumplimiento de los tiempos, sin faltarle en nada, una fe como la de Moisés que trajo libertad a su pueblo, y fue capaz de sostenerse como viendo al invisible en medio de las dificultades, una fe como la de muchos otros que hoy nos enseñan que confiar en Dios vale la pena.

Como dice la conocida canción 2 “aunque no pueda ver estas obrando”.  Hoy te invito a creer en lo que Dios está haciendo.  “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jer. 29:11 RVR1960).

Aprendamos la poderosa lección de fe de los niños en estos días, de creer que algo imposible, en Dios es posible.

Mayra Quiñones Herrera

Equipo Devocionales Diarios ICCCTG

15 comentarios en “Una Fe Sencilla”

  1. Amén. Porque sin Fe es imposible agradar a Dios. Que mi vida sea una muestra de esta Fe, que viene por el Oír de tu palabra Señor.

  2. Carlos Osorio Berrio

    He aquí un propósito del corazón y una petición en nuestros labios: Señor ayúdanos a desarrollar una fe sencilla como la de un niño.
    Gracias Mayra por esta palabra!

  3. Lilia Torres Ramírez

    Maravilloso que nuestro andar diario sea siempre relacionado con el andar en Cristo. Gracias Mayra por esa hermosa reflexión. Dios te bendiga.

  4. Judith Benedetti

    es tan complejo hablar de fe a pesar de que Dios nos dice que sin ella es imposible agradarle, y pedimos que nos la aumente cuando, con la medida que tengamos mucha o poca si la ejercitamos veremos su Gloria

  5. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Pensando en lo que planteas Mayra, concluyo que así como la imaginación de un niño no tiene límites, una fe sencilla tampoco. Excelente reflexión!!

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