Vaya, vomite y Regrese

Entré al colegio a los cuatro años, aún tomaba tetero. Fui objeto de burlas el primer día cuando mis compañeros vieron el tetero, primera experiencia desagradable en el colegio.  En esos primeros días, una niña de otro grado me preguntó: “ay nena, y ¿a ti no te da miedo que eres tan chiquita?”, concluí que el colegio era temible y mi familia responsabilizó a esa chica por ello.

Me recogía la ruta tres, era un bus grande, con frenos de aire. Recuerdo que cuando el bus se asomaba en la esquina de la cuadra, los frenos resonaban hasta mi casa y a mí me daba dolor de estómago. Le decía a mi madre: “mami, tengo ganas de vomitar”, a lo que mi recia pero sabia madre respondía categóricamente: “¡vaya, vomite y regrese!”.

Quizá alguien piense que mi madre era insensible o cruel. Nada más alejado de la realidad.  Ciertamente, mi madre era y sigue siendo fuerte, templada, pero sabía lo que hacía. Tengo cinco hermanas mayores, no era la primera vez que enviaba una hija al colegio. ¿Qué opciones había?, ¿permitirme quedar en casa?, ¿abrazarme y decirme: “pobrecita”? ¿Acaso existía la más remota posibilidad de escapar del colegio?, no. Ella no actuaba por maldad, me conocía, hizo lo que debía hacer conmigo y me dejó una lección de oro.

En el primer capítulo de Jeremías leemos cómo el Señor lo llama al ministerio diciéndole: “Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones” (vs. 5 RVR1960). Este llamado debe haberle resultado enorme… ¿ser profeta a las naciones?, ¿yo? De inmediato respondió: “¡Ah! ¡Ah, Señor Jehová! He aquí, no sé hablar, porque soy niño” (vs. 6). El Señor replicó: “No digas: Soy un niño; porque a todo lo que te envíe irás tú, y dirás todo lo que te mande. No temas delante de ellos, porque contigo estoy para librarte” (vs. 7-8).

¿Qué habrá sentido físicamente Jeremías al escuchar el encargo de Dios?, ¿le dolería el estómago?, ¿la cabeza? No lo expresa la Biblia, pero sí dice que se veía a sí mismo como un niño pequeño ante esa gran tarea.  Entendemos de su respuesta que se consideraba no apto, ¿cómo anunciaría las palabras del Señor si no sabía hablar? Pero Dios no estaba improvisando, seguía su plan perfecto. Era Jeremías y no otro el elegido para ir y decir todo cuanto Él ordenara. Sabía el Señor que era un trabajo difícil, por eso le insta a no temer y promete estar a su lado para librarle.

En muchas ocasiones me he identificado con Jeremías. Frente una gran responsabilidad, en circunstancias desafiantes, aún me siento como esa niña de jardín, atemorizada y con dolor de estómago, con ganas de huir y evitar enfrentar lo que me corresponde. ¿Te has encontrado en la misma situación que yo? Es entonces cuando la voz del Señor viene al rescate. ¿Acaso la palabra dicha a Jeremías ha perdido su validez? No. Sigue vigente para todo el que la abrace.

Eres tú el elegido para criar al hijo que tienes, eres tú quien debe lidiar con tu situación económica, eres tú quien debe reconocer su pecado y arrepentirse delante de Dios.  Nadie enfrentará nuestros problemas más que nosotros mismos, la buena noticia es que no estamos solos. Aunque mi madre me dijera: “¡vaya, vomite, y regrese!” no podía acompañarme al colegio, el Señor sí.  Si tienes temor, ve al Señor, vomita todo lo que te pese o atemorice en su presencia y regresa con fuerzas renovadas por el Espíritu Santo a pelear la batalla que corresponda. Ánimo, ten fe, no temas ni dudes, ve, vomita y regresa.

Marysol Cecilia Rodríguez Zuleta

Equipo Devocionales ICCCTG

10 comentarios en “Vaya, vomite y Regrese”

  1. Nancy Esther Rodríguez Zuleta

    Tremendo recuerdo de infancia, todavía me acuerdo del bus subiendo por nuestra calle!! Pero Dios es bueno, nos va forjando en medio de las experiencias de la vida. Gracias mani.

  2. Gracias Dios por las pruebas que pones en mi vida, porque aunque me den miedo tu siempre has estado y estarás conmigo para sostenerme y ayudarme a madurar a través de ellas. Dios te bendiga Mary

Responder a Marysol Rodríguez Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *